Juan Martínez Montañés – Diego Velázquez

1635-1636, óleo sobre lienzo,  109 x 107 cms, Museo del Prado.

La identidad del protagonista de este hermoso retrato y por tanto la fecha siguen siendo discutidas, mientras que su autenticidad ha sido ya probada.

La opinión dominante es que se trata de Juan Martínez Montañés, famoso escultor y amigo de Francisco Pacheco, el maestro y posteriormente suegro de Velázquez

Montañés nació en Alcalá la Real el dieciseis de marzo de 1558 y murió en Sevilla, su patria de adopción, el dieciocho de junio de 1649.

La época más importante de su carrera corresponde a 1605-1620, época de su famoso «Cristo de la Clemencia» de la sacristía de la catedral sevillana y de la «Inmaculada» de la iglesia parroquial de El Pedroso.

La escultura sevillana, que se adelanta en su apogeo a la pintura, influyó  notablemente en los pintores de la generación de Velázquez  y en éste mismo durante su período sevillano (v.g. «Inmaculada», 1618, National Gallery de Londres).

Retrata al escultor probablemente mientras éste observa a su augusto modelo, Felipe IV,  en una actitud similar a la del propio Velázquez en las «Meninas», con el instrumento de su oficio (pincel para el pintor, lápiz de modelar para el escultor) levantado en el aire , no sobre la obra, como para indicar que la actuación artística depende del «disegno interno», que lo coloca a un nivel superior con respecto al arte mecánico, accediendo así, por el contrario, al mundo del Arte.

Destaca el noble rostro, de mirada penetrante, con la luz sobre el cuello blanco del traje negro, realizado de manera que cada palmo de tela se anime con el justo reflejo, con la maestría típica del retratista.

Un fondo neutro, más oscuro, alrededor de la cabeza del escultor, más claro junto a su obra, nos proporciona una concentración de efectos, en los ojos que analizan, en la frente que piensa, en la mano pronta a obedecer a la mente del artista. 

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