El pabellón de Ariadna – Velázquez

1650, óleo sobre lienzo,  44 x 38 cms, Museo del Prado.

Es la pareja se «La entrada a la gruta». El pabellón que se representa aquí era generalmente conocido como logia de Cleopatra: llevaba el nombre de una estatua de Ariadna, situada antaño en el centro del pabellón, luego trasladada a Florencia y sustituida por una copia de la «Venus de Gnido» de Praxíteles.

Comparando «El pabellón de Ariadna » con el lienzo anterior, se percibe en este  cuadro una combinación de franjas de sombras transparentes y  vibrante  luz reflejada que invade toda la escena, desde los detalles arquitectónicos  hasta los elementos paisajísticos y las figuras.

En su visión pictórica Velázquez logra captar con sorprendente modernidad de estilo el movimiento fluctuante de los reflejos, técnica que no hallará hasta mucho más tarde, en el transcurso del siglo XIX, a sus maestros indiscutidos: Sisley, Pisarro y Monet. Por esta razón se puede afirmar que el cuadro anticipa el impresionismo.

Al igual que sus contemporáneos, Velázquez no ha representado nunca el paisaje mostrándolo directamente del natural. En realidad, el pintor comparte el interés del siglo XVII por una gama de color más bien sobria, que los impresionistas expulsarían más posteriormente de sus lienzos, prefiriendo el color puro y brillante de la luz reflejada.

Sin embargo,  Velázquez ha logrado de todos modos infundir a su obra una impresión de vida externa prefigurando lo que sólo más adelante  realizarán Corot y Courbet acudiendo directamente a la naturaleza.

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