El bufón de don Diego de Acedo, el primo – Velázquez

1644, óleo sobre lienzo,  107 x 82 cms, Museo del Prado.

Se ha planteado la hipótesis de que este cuadro fuese realizado en Fraga durante la expedición a Aragón que siguió a la sublevación de Catalula. Don Diego de Acedo no era un bufón, sino un funcionario de palacio.

Estaba quizá encargado del timbre con la firma real, cargo al que tal vez hacen alusión el enorme infolio que maneja en el cuadro y el librillo de hojas casi sueltas sobre el que se posa el tarro  para pegarlas. Se ven otros dos libros que pudieran guardar relación con una cierta inclinación literaria.

El enano don Diego debió de ingresar  en palacio en 1635. En el verano de 1642, mientras pasaba con el cortejo real por Molina de Aragón, un disparo de mosquete de un soldado, dirigido tal vez al conde-duque de Olivares, ya en vísperas de su caída en desgracia ante el rey, fue a herir al enano, que le estaba abanicando.

El retrato es indudablemente uno de los mejores realizados por Velázquez.  El enano, elegantemente vestido y peinado como un caballero, bigote y perilla negros, calzones con pasamanería y lazos, calzas y zapatos negros en sus endebles extremidades,  ropilla negra abrochada, cerrada al cuello con valona (cuello grande y vuelto sobre la espalda, los hombros y el pecho) almidonada, aparece ante un fondo de montañas.

El rostro es inteligente,  de frente muy amplia que el enorme sombrero no puede tapar; su aspecto es un poco distante, con la mirada perdida y pensativa. Las delicadas manecitas manejan con soltura el librote que, con los otros libros y el tarro,  forman una naturaleza muerta. Los colores son sobrios: blanco, negro y grises azulados. El contraste entre las dimensiones del libro y del que lo maneja resulta natural.

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