Retrato del Joven Velázquez

1623, óleo sobre lienzo,  56 x 39 cms, Museo Capitolini.

Se trata de un busto de joven con traje negro y golilla blanca sobre la que destaca el rostro de cutis moreno. El cabello es negro y espeso, las cejas y el  bigote  también negros.

Los ojos oscuros miran fija y serenamente; la nariz es aguileña, el mentón pronunciado y los labios carnosos y bien dibujados: todo en él indica honradez, calma y naturalidad, que subraya el fondo parduzco.

Sobre la autenticidad de este cuadro, si bien casi siempre se ha reconocido como obra velazqueña, ha habido opiniones discordantes. Beruete lo consideraba una copia.

Este juicio influyó en el catálogo del Prado, que en la edición de 1903 lo describe como «atribuido» a Velázquez,  mientras que en las ediciones anteriores lo declaraba auténtico. Pantorba sostiene que esta obra se realizó en Sevilla en 1622-1623; en el catálogo del museo viene fechada 1623.

Desde 1933, los catálogos consideraron la obra como auténtica de Velázquez  y probable autorretrato, según la opinión de Allende-Salazar, quien sostiene que «la dirección de la mirada, la semejanza con el modelo de San Juan de Patmos, han llevado a la hipótesis de ser un autorretrato».

También Jacinto Octavio Picón respalda esta hipótesis, por la fijeza de la mirada: «Los ojos tienen la expresión, al mismo tiempo ávida y penetrante, fugaz y escrutadora, propia de quien mira rápidamente lo que va pintando. Una vez hecha esta observación, es difícil desterrar la idea de que aquellos ojos miran hacia un espejo».

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