Bartolomé Esteban Murillo (Sevilla, 1617 – 1682)

Bartolomé Esteban Murillo nació en Sevilla en los últimos días de 1617 puesto que fue bautizado el uno de enero del año siguiente. Fue el último de catorce hermanos de una familia que vivió en situación holgada hasta 1626, cuando sus padres fallecieron con pocos meses de intervalo, pasando a ser tutelado a partir de entonces por su hermano mayor.

Biografía y obra de Bartolomé Esteban Murillo

Su educación artística se realizó probablemente con el pintor Juan del Castillo entre 1630 y 1635, aunque hasta 1645, año en que contrae matrimonio, se carece de noticias sobre su vida.

Desde esta última fecha comenzó a ser conocido y valorado como artista, convirtiéndose en muy poco tiempo en un pintor relevante en la ciudad al lado de otros como Zurbarán y Herrera el Viejo.

En 1658 Bartolomé Esteban Murillo se ausentó de Sevilla para viajar a Madrid, visita que fue fructífera en su trayectoria artística, ya que se puso en contacto con sus colegas madrileños y también le permitió visitar las colecciones de pintura que se albergaban en los palacios reales. 

De nuevo en Sevilla, después de algunos meses pasados en la Corte, el sucesivo nacimiento de sus numerosos hijos y sus constantes traslados de domicilio son los principales datos que van señalando el paso de los años en la vida del artista.

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En 1660 fundó la Academia de Pintura sevillana y en 1663 murió su esposa, permaneciendo viudo el resto de su vida. Después de una vida dedicada íntegramente a la actividad artística falleció en Sevilla en 1682 cuando pintaba un gran lienzo destinado a la iglesia de los Capuchinos de Cádiz.

Referencias contemporáneas nos informan que Bartolomé Esteban Murillo fue un hombre de talante amable y bondadoso que vivió de una forma apacible. Ciertamente esta información concuerda con el espíritu de su pintura, llena siempre de sentimiento y afectividad, protagonizada por personajes  que rebosan afabilidad y belleza.

Al lado de los series celestiales que describen sus pinturas, Murillo acertó a introducir en sus obras figuras extraídas de la realidad popular, con lo que en sus pinturas se contrasta la luz de la gloria y las sombras de la vida cotidiana.

En una época en que la ciudad de Sevilla vivió grandes calamidades  y padecimientos (la peste de 1649 diezmó la población, que pasó de 120.000 a 60.000 habitantes), Bartolomé Esteban Murillo puso en relación  familiar el Cielo con la Tierra, y por ello, los personajes celestiales manifiestan siempre actitudes revestidas de ternura hacia los seres terrenales, a los que transmiten consuelo y alivio para sus males, al tiempo que les ofrecen protección y amparo.

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Desde sus primeras obras, Bartolomé Esteban Murillo llamó la atención de la clientela sevillana por las novedades que incluían sus composiciones,  más directas y cercanas a la sensibilidad del espectador  que las que venían realizando pintores de la generación anterior.

A partir de 1645 su arte, amable y humano, creó magníficos prototipos de la Virgen con el Niño,  la Sagrada Familia,  la Inmaculada y diversos santos realizados con un estilo pictórico elegante y refinado basado en un magnífico dibujo y en un colorido suave y vaporoso; de esta manera, a lo largo de su vida, acertó a plasmar una serie de imágenes  imbuidas siempre de gracia expresiva y de sencilla popularidad.

Por ello nunca dejó de tener importantes encargos destinados a los edificios religiosos más señalados de la ciudad y a las casas y palacios de la burguesía y de la nobleza. Su fama culminó hacia 1660 y desde esta fecha hasta su muerte  fue el pintor de más alto rango en el ámbito sevillano.

La obra de Murillo acrecienta su trascendencia y valor con la creación de pinturas costumbristas protagonizadas por niños pícaros y medigos extraídos de la vida cotidiana.

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Estas obras fueron adquiridas principalmente por una importante clientela de mercaderes y banqueros extranjeros, quienes se las llevaron a sus países  de origen, difundiendo su nombre en otras latitudes, de tal manera que en el siglo XVII  fue uno de los escasos pintores españoles conocido fuera de nuestras fronteras. Bartolomé Esteban Murillo fue uno de los grandes exponentes de la pintura barroca Española.

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