La entrada de la gruta – Velázquez

1650, óleo sobre lienzo,  48 x 42 cms, Museo del Prado.

la entrada de la gruta

Comentario de «la entrada de la gruta» de Velázquez

Las opiniones de muchos historiadores del arte sobre la fecha de este pequeño cuadro y su pareja, «El pabellón de Ariadna», se hallan muy enfrentadas. Algunos, entre ellos López Rey, sostienen que ambos fueron realizados en 1630, durante el primer viaje del artista a Italia.

Otros, por el contrario, como Bardi, se inclinan por 1650, año del segundo viaje. Los partidarios de la primera hipótesis (1630) citan un documento, mencionado por Palomino, que revela que Velázquez obtuvo, como respuesta a una solicitud presentada el 20 de abril de 1630 al secretario de estado Cioli por el residente toscano en Roma, Francesco Niccolini, permiso para vivir en la Villa Médicis: «…el señor conde de Monterrey quería que yo hiciese alojar, en el jardín de la Trinità dei Monti, a un pintor del rey venido aquí, que en los retratos del natural -según me dice- es muy exquisito, a fin de que pueda pasar todo el verano».

Bardi observa que en este lienzo ha fascinado especialmente a Velázquez un motivo palladiano (un arco apoyado sobre un arquitrabe sostenido por columnas) poco común en España.

La arquitectura aquí representada por Velázquez existe todavía hoy, totalmente intacta, y se atribuye a Ammannati: en ella, las pilastras constituyen un motivo típicamnete manierista, coronado por elementos afines con capiteles jónicos. A la derecha, en la hornacina, se distingue una estatua masculina, de la serie de los Nióbidas, que decoraba la cavidad.

Esta obra de Velázquez, que anticipa indudablemente los paisajes italianos y provenzales de Fragonard, Robert y Corot, está impregnado de una especie de realismo clasicista, no exento de un cierto impacto emocional.

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