Édouard Manet se convirtió en un modelo para la joven generación que más tarde fue conocida como los impresionistas.
Consolidó su primacía en la escuela moderna y desarrolló una imitación de la pintura clásica al servicio de una actualidad inédita en la elección de los temas.

Biografía e Historia de Manet
Manet, que pertenecía a la burguesía parisiense, se apasionó desde temprana edad por las artes.
A los 18 años ingresó en el taller del pintor histórico Thomas Couture, donde reveló sus excepcionales aptitudes técnicas, además de una insolencia recurrente respecto de las convenciones académicas.
A pesar de la difícil relación que tuvo con su maestro, Couture le aportó una fuerte presencia magistral, a partir de la cual Manet formó su personalidad artística antes de abandonar esta enseñanza para consagrarse a la copia de los antiguos maestros: Giorgione, Tiziano, Velázquez y Hals.
“La merienda campestre”, una reinterpretación de una obra de Giorgione, fue rechazada por el jurado del Salón de 1863, y “Olympia”, a imitación de la “Venus de Urbino”, de Tiziano, tampoco fue aceptada en 1865.
Se reprochaba a estos cuadros su crudeza, que se oponía al lirismo hueco del academicismo y a la crítica del hipócrita buen gusto burgués.

Influencia sobre el Impresionismo
Édouard fue considerado un precursor y un guía por el círculo impresionista en gestación en 1870, papel que no asumió, aunque se mantuvo muy atento a sus propuestas.
La influencia del impresionismo se manifestó rápidamente en su arte, sobre todo por la nueva soltura con la que resolvía los temas y las referencias cada vez menores a los clásicos botes.
A finales de la década de 1870, el mundo del arte oficial y el de la crítica decidieron “tolerar” a Manet y aceptaron sus cuadros en los salones.

Manet abrió nuevos caminos a la pintura, al despojarla del academicismo literario de su época y conferirle un nuevo propósito: mostrar la realidad exterior creando una realidad pictórica.
Al romper con el realismo de Courbet y Millet, y al rechazar transmitir un mensaje social, la obra de Manet se presentaba como un equivalente autónomo de su tema y no como un instrumento servil de imitación.
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