El nacimiento de la Virgen – Murillo

1660, óleo sobre lienzo,  184 x 260 cms, Museo del Louvre.

Comentario de la obra «El nacimiento de la Virgen» de Murillo

Cuatro años después de pintar el «San Antonio con el Niño», Murillo aborda otro lienzo de grandes dimensiones para la catedral de Sevilla. El encargo es un gran cuadro para decorar la capilla de la llamada Concepción Grande, para lo que se cree oportuno elegir un tema de la vida de María. 

La pintura permaneció sobre el arco de entrada a la sacristía  hasta la llegada de las tropas francesas a la ciudad durante la Guerra de la Independencia. En el siglo XIX corrió la noticia de que el Cabildo de Sevilla lo había escondido para evitar que fuera víctima del saqueo del ejército francés. 

Desde luego, la maniobra no tuvo mucho éxito, pues el mariscal Soult, muy interesado en la obra, no tardó en sacarla del país. En 1852 su viuda la vendería al gobierno francés por una fuerte suma.

El interés despertado en el mariscal francés por el cuadro está perfectamente justificado a tenor de su deslumbrante belleza. En él, Murillo realiza una de sus mejores obras.

Su grandeza reside en el virtuoso dominio del claroscuro al servicio de una compleja composición, magistralmente resuelta. La iluminación puede recordar la de algunos interiores de Rembrandt,  aunque se ha interpretado también como un eco de la influencia de Velázquez después del viaje del pintor a la corte en 1658.

Del mismo modo, se ha aludido al influjo que el rico colorido de Rubens pudo tener en la paleta del artista sevillano. Más allá de posibles influencias, Murillo hace alarde de un gran dominio de la luz, que distribuye de forma jerárquica sobre el lienzo.

Los fragmentos laterales están envueltos en una brumosa penumbra que ayuda a destacar nítidamente el nutrido grupo de figuras del primer plano, dominado por la luminosa figura de la criatura recien nacida.

La armoniosa concordancia entre lo divino y lo doméstico nos hace olvidar por un momento que gran número de las figuras son ángeles de diversa edad. La composición se acoge a la fórmula veneciana y barroca de agrupar las figuras en un triángulo descendente.

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