1485. Temple sobre lienzo, 172,5 x 278,5 cm. Galería de los Uffizi (Florencia)
Comentario y análisis de la obra «Nacimiento de Venus de Botticelli»
Tras su estancia en Roma a las órdenes del papa Sixto IV, Botticelli regresó a Florencia y empezó una década de gran actividad a la que pertenecen sus pinturas mitológicas, tan diversamente interpretadas.
Sin dejar a un lado las posibles influencias de pintores como Filippo Lippi, los Pollaiolo y Verrocchio, en sus obras Botticelli creó un universo de formas propio, caracterizado por el sutil ritmo lineal de cuerpos y vestimentas, unos cuerpos de delicadas y cimbreantes formas y de rostros sumidos en una dulce melancolía.
Su pintura olvidó pronto las lecciones de Masaccio que aún estaban presentes en el arte florentino y, anteponiendo el intelecto a los sentidos, convirtió la realidad en un mundo ideal de figuras que, más que moverse, danzan, de manos que se agitan rítmicamente, de vestidos fluctuantes, de velos, transparencias, de cabellos al aire, de luces sin apenas sombras y suave modelado, un mundo que agradó al círculo intelectual y neoplatónico de los Medici encerrado en una torres de marfil que empezó a resquebrajarse con las luchas políticas y religiosas que Florencia sufrió en los últimos años del siglo XV, marcados por las ideas del monje Savonarola.
Esta manera expresiva alcanzó su culmen en el desnudo de la púdica diosa del Nacimiento de Venus, nacida de la fecundación del mar con la lluvia de rosas del semen de Urano, una diosa que se deja guiar enhiesta en su concha por el soplo de Cefiro y Cloris hasta ser recogida en las costas de Chipre por la florida Hora, que intenta vanamente cubrir su desnudez divina rescatada de la Antigüedad con un hermoso manto de flores.
El trémulo cabello de la diosa se entrelaza con su cuerpo al igual que hacen los velos con los cuerpos de los vientos y de la Hira; todo en esta pintura es ritmo, suave caricia ante un paisaje que apenas es símbolo.
Tras esta obra sólo podía acontecer el éxtasis académico o la crisis, y tras un breve período de clasicismo, sobrevino la crisis. Con Botticelli el arte del Renacimiento había llegado a su fin.