David con la cabeza de Goliat – Caravaggio

1605-1606, Óleo sobre lienzo,  125 x 100 cms, Gallería Borghese de Roma.

Detrás de una cortina oscura sale la figura de tres cuartos de David, también con la espada en la mano, ferozmente ocupado en contemplar la cabeza de Goliat, que exhibe todavía sangrando después de la decapitación.

La cabeza, en la que a menudo se ha reconocido el autorretrato de Caravaggio,  sigue teniendo una viva expresión a pesar de estar cortada.

La sensibilidad emotiva que se manifiesta en la frente arrugada, la boca abierta en el último aliento y la mirada suficiente de Goliat rige asímismo la encarnadura del torso de David y su expresión facial.

El pantalón marrón y la camisa desgarrada que lo cubren son fragmentos de una extremada síntesis pictórica, que se vale de largas pinceladas separadas y de la yuxtaposición, en la camisa, de blancos puros y grises, en un juego de transparencias y tonos de ascendencia lombarda.

Las letras, todavía legibles,  inscritas en la espada de David han sido relacionadas por Maurizio Marini con un lema que sin duda parecería de fácil solución al destinatario  de la obra, así como para todo aquel que en aquella época estuviese ducho en emblemas religiosos.

En la cabeza de Goliat ha visto este estudioso una representación  humilde, antiheroica y cristológica del mito como emblema del maligno.

Marini ha identificado asimismo en las letras grabadas en la espada,  instrumento de justicia, el lema «HUMILITAS OCCIDIT SUPERBIAM» («la humildad mata a la soberbia») y ha puesto en relación esta pintura con los cuadros-acertijo en los que se representan pasajes musicales de la época romana de Caravaggio.