Autorretrato de Leonardo Da vinci, Sanguina, 333 x 213 cm, Biblioteca Real, Turín.
Leonardo tenía alrededor de sesenta años cuando dibujó este autorretrato. La sanguina, que él fue uno de los primeros en utilizar en sus estudios de anatomía y en sus diversos dibujos, le permitió obtener una gran precisión en el trazo, especialmente en las líneas del rostro, así como plasmar una expresividad notable: ¡qué cantidad de sentimientos mezclados aparecen en esa mirada!
Este dibujo es revelador también de la imagen que el artista quería proyectar de sí mismo: este rostro barbudo es el de un sabio, un filósofo que contempla serenamente el umbral de la muerte.