La pintura de Claudio de Lorena se enraizó en una tradición que tiene sus orígenes en la pintura veneciana de las primeras décadas del siglo XVI, la tradición de lo que se ha denominado «paisaje ideal», es decir, la representación de espacios naturales dentro de una estructura, un orden y una armonía que superan los de la propia naturaleza.
Biografía y obras de Claudio de Lorena
Su máxima aportación (muy celebrada por sus contemporáneos) fue su extraordinaria habilidad en plasmar la luz y los efectos atmosféricos en sus pinturas marinas, sus escenas de costa y sus vistas de puertos.
Si las naves que surcan las quietas aguas y los edificios alineados en perspectiva que enmarcan las escenas portuarias sugieren un entorno coetáneo -con evocaciones del mundo antiguo- de las historias que en ellas suelen desarrollarse, los paisajes de Claudio de Lorena, firmemente construidos, evocan un mundo de ensueño, en el que la vida transcurre serena en unos parajes fértiles y acogedores, acariciados por las sombras que proporcionan sus frondosos árboles y por la luz del amanecer o del atardecer.
En estos parajes apenas hay atisbo alguno de la violencia de las fuerzas naturales o de las pasiones humanas; son parajes ideales que se dirían extraídos de la literatura pastoril de la antigüedad clásica y del Renacimiento.
Nacido en los primeros años del siglo que asistió al afianzamiento de la pintura de paisaje como género independiente, Claude Gellé fue conocido en su época por el territorio donde vino al mundo, el ducado de Lorena (Lorrain), por entonces aún no vinculado a Francia.
Activo en Roma, Claudio de Lorena o el Lorenés, como también se le llamó en España, consagró toda su carrera artística de dibujante, grabador y pintor al nuevo género, que dignificó con sus composiciones de nuevo cuño clásico y sabor poético, tratadas con unos extraordinarios efectos de luz.
A pesar de que se conocen pocas noticias del pintor, cabe pensar que en los años treinta Claudio de Lorena debía de gozar ya de una cierta fama, como parece indicarlo el hecho de que el papa Urbano VIII le encargase dos pinturas («Paisaje con danza campesina» y «Vista de puerto» , ambas de 1637).
La comisión de una primera serie de cuatro lienzos apaisados de gran formato efectuada por el rey español Felipe IV alrededor de 1636 (Museo del Prado y colección particular), es también una buena muestra del aprecio internacional que se tenía por el arte del Lorenés.
Concibió un buen número de composiciones formando parejas. Ejecutadas en ocasiones en años diferentes, dichas parejas constaban por lo común de un paisaje y una marina, o de un paisaje que representaba la luz de la mañana y otro la del atardecer.
Los cuadros del pintor, a parte de los realizados para la clientela italiana, se exportaban sobre todo a Francia, pero también a Gran Bretaña, Dinamarca, Flandes y Holanda, y, como se ha visto, a España.
Entre sus coleccionistas se encontraban principalmente aristócratas y diplomáticos, papas y cardenales, pero así mismo clientes de menor rango social, como podían ser ingenieros, militares, cirujanos y farmacéuticos.
La campiña de los alrededores de Roma, cantada por Virgilio y Horacio y escenario de la historia romana, fue la principal fuente de inspiración del pintor de Chamagne.
La campiña romana constituye el marco en el que tienen lugar escenas pintorescas, una campiña poblada de árboles, montañas y ríos, puentes, barcas, molinos y torres circulares, además de pequeñas figuras de animales, pastores que conversan, danzan o tocan la flauta, y artistas dibujando o pintando. Un buen ejemplo lo patentiza el «Paisaje con un río», llamado también «El molino» (Museum of fine arts, Boston)
Pero al igual que la gran mayoría de los paisajistas del barroco italiano, el Lorenés trató de realzar sus lienzos con asuntos propios de la pintura de historia -religiosa y mitológica-, pintura tradicionalmente situada en el vértice de la jerarquía artística pornsus contenidos literarios y valor moralizante.
El Antiguo testamento, la «Leyenda Aurea» y «Las metamorfosis» de Ovidio, aparte de alguna referencia a Homero, fueron sus principales fuentes de inspiración iconográfica, si bien los temas extraídos de estas fuentes quedan en más de una ocasión perdidos en la inmensidad de la naturaleza, como sucede en el «Paisaje con la boda de Isaac y Rebeca» que atesora la National Gallery de Londres.
La evolución del pintor desde el paisajismo de corte nórdico havia un severo clasicismo que en los últimos años dio paso a una visión poética de la naturaleza, afectó igualmente a las escenas ambientadas en el mar. Es en ellas donde puede verse con frecuencia brillar el disco solar, oculto en muchos casos detrás de los árboles o de los edificios e incluso totalmente ausente de las pinturas de paisaje, pese a que su luz las ilumina.
La originalidad del Lorenés consiste en haber sabido fingir admirablemente la iluminacion y la atmósfera solar que parece inundar todo el lienzo. Pocas composiciones como las dedicadas a ilustrar vistas de puertos reflejan su maestría en este quehacer.
Algunos ejemplos de estas obras maestras serían «Vista de puerto con el Campidoglio» (1636, Museo del Louvre); «Puerto de Ostia con el embarco de santa Paula Romana» (1639, Museo del Prado); «Vista de puerto con Ulises devolviendo Criseida a Crises» (1644, Museo del Louvre); «Puerto» (1639, Museo del Louvre); «Vista de puerto con el desembarco de Cleopatra en Tarso» (1643, Museo del Louvre).