Antonio Allegri, llamado el Correggio por su ciudad de origen, se formó en Mantua y fue en Parma donde desarrolló su arte. Su rico lenguaje pictórico fresco y sensual, que reclama directamente la atención de los sentidos, es una síntesis de la tradición emiliana, la pintura véneta y la cultura toscanorromana.

Tabla de Contenidos
Biografía de Antonio Allegri da Corregio
Formación y primeros años
Desde sus primeros trabajos, realizados aproximadamente entre 1510 y 1513, es evidente la influencia profunda de Leonardo da Vinci en su estilo. El uso magistral del «sfumato», técnica que proporciona delicados efectos atmosféricos y una suavidad característica en la representación facial, revela su admiración por Leonardo. Esta influencia también se evidencia en la manera de plasmar la enigmática sonrisa leonardesca en varias de sus figuras.
Desarrollo artístico en Parma
Correggio llega a Parma hacia 1518, una ciudad que en aquel entonces vivía una etapa de intensa tensión política, disputada entre la influencia francesa y el poder papal. En esta atmósfera dinámica, su obra rápidamente destacó por su originalidad y belleza, recibiendo encargos importantes casi inmediatamente.
Entre 1518 y 1519, realiza su primer gran trabajo en Parma: la decoración al fresco de la cámara privada de Giovanna Piacenza, abadesa del convento de San Paolo. Este encargo, conocido como la «Cámara de San Paolo», es notable por sus figuras alegóricas frescas, luminosas y sensuales, que ya revelan su estilo innovador.
Técnica pictórica: luz, color y claroscuro
Una de las grandes innovaciones introducidas por Correggio fue su magistral tratamiento de la luz. El artista poseía un dominio absoluto del claroscuro, herencia directa del sfumato leonardesco, pero interpretado con una visión personal más dinámica y emocional. Su paleta cromática, rica y vibrante, anticipa las búsquedas pictóricas del Barroco. Correggio evitaba la rigidez clásica, priorizando la impresión visual, la belleza inmediata y una realidad idealizada, pero sensorialmente palpable.
Madurez y obras maestras
Entre 1520 y 1530, Correggio alcanza su plenitud artística con encargos monumentales que lo consagran como uno de los grandes maestros del Renacimiento italiano. Son especialmente significativos los frescos en la iglesia de San Giovanni Evangelista (1520-1524) y, posteriormente, los frescos de la cúpula de la catedral de Parma (1526-1529). En estas obras despliega una habilidad revolucionaria para romper con la rígida perspectiva arquitectónica propia del Renacimiento, situando sus figuras en escenarios infinitos e ilusorios que anticipan el dinamismo espacial y emocional del Barroco.
Estas obras monumentales lo posicionaron claramente como uno de los pintores más relevantes del siglo XVI, siendo especialmente admirado por su dominio técnico en la representación de la luz, el color y el claroscuro.
Últimos años y encargos para los Gonzaga
Tras la finalización de los frescos de la catedral y la muerte de su esposa, probablemente ocurrida en 1529, Correggio regresa en 1530 a su ciudad natal. Allí desarrolla una importante serie de pinturas mitológicas por encargo de Federico II Gonzaga de Mantua, conocida como «Los amores de Júpiter«. Esta serie, destinada como regalo para el emperador Carlos V, es una extraordinaria muestra del talento de Correggio para expresar sensualidad, movimiento y emoción a través de la pintura mitológica.
Estilo e influencias
El estilo pictórico de Correggio es una original síntesis de diversas influencias artísticas: combina la tradición emiliana, el uso del color vibrante y luminoso propio de la pintura véneta, y elementos de la solidez compositiva de la cultura artístico-pictórica toscano-romana. Su técnica se distingue por la frescura y sensualidad que atraen directamente los sentidos del espectador.
En sus obras, además del «sfumato» heredado de Leonardo, es patente la influencia temprana de artistas como Andrea Mantegna y Lorenzo Costa, particularmente en el dibujo preciso y la composición equilibrada. Sin embargo, Correggio supera estas referencias creando composiciones libres de rigidez, valientes en su exploración de lo emocional y lo expresivo, y cercanas a la percepción dinámica de la realidad.
Legado: hacia el manierismo y el barroco
La capacidad única de Correggio para generar dinamismo espacial y emocional lo coloca como una figura precursora del manierismo, influencia que se refleja claramente en artistas como el joven Parmigianino. Asimismo, su audacia en la ruptura de los límites espaciales tradicionales anticipa algunas características propias del Barroco, especialmente en la expansión ilusoria y dramática del espacio pictórico.
En definitiva, Antonio Allegri da Correggio dejó un legado artístico de gran trascendencia histórica, marcando un punto de inflexión en la evolución del Renacimiento hacia nuevas sensibilidades que dominarían la pintura europea en los siglos posteriores.
Conclusión
Antonio Allegri da Correggio, con su talento audaz y singular, supo transformar profundamente el lenguaje visual de su época. La modernidad de sus concepciones pictóricas anticipó soluciones artísticas que serían exploradas décadas más tarde. Su influencia perdura hasta nuestros días, y su obra continúa siendo objeto de admiración en museos y galerías de todo el mundo, situándolo entre los grandes maestros de la historia del arte occidental.