San José y el niño, obra barroca de Francisco Ignacio Ruíz de la Iglesia, siglo XVII, óleo sobre lienzo 59 x 45 cms
Comentario de la obra «San José y el Niño» de Francisco Ignacio Ruíz de la Iglesia
En este lienzo de devoción de pequeñas dimensiones, Ruiz de la Iglesia ha suprimido cualquier elemento secundario que pudiera distraer la atención del espectador del intenso diálogo entre san José, con bello y delicado rostro de expresión grave y pensativa, que prefigura el dramático futuro de su hijo, y el Niño desnudo recostado sobre un almohadón, que con sus brazos abiertos y su tierna mirada se vuelve hacia su padre terrenal tratando de tranquilizarlo.
Incluso la vara de azucenas, símbolo del santo, ha sido sustituida por el borde de la mesa de madera sobre la que está colocado el Niño, alusiva a su oficio de carpintero, cuyo color oscuro se confunde con el fondo del cuadro.
El gesto de san José sosteniendo con su mano derecha el extremo del paño blanco del Niño recuerda composiciones renacentistas de la Virgen con el Niño. En el ángulo inferior derecho aparece el número 22 correspondiente a un inventario.
La luz dorada que ilumina el cuerpo del Niño y parte del rostro de san José, produce un claroscuro que proporciona una tonalidad homogénea al cuadro, subrayando de este modo el carácter intimista de la escena.
El azul del almohadón y de la cinta del vientre de Jesús ponen la nota de color a los ocres del manto del santo y a las carnaciones de reflejos dorados del Niño.
El modelo varonil, más joven y de facciones más finas de lo habitual, corresponde a un modelo concreto utilizado por Ruiz de la Iglesia en otras composiciones, como la «Santa cena» del Palacio de Aranjuez. El modelo infantil es asímismo bastante característico de este pintor.
Considerado hasta ahora como anónimo, por modelos, técnica y estilo, este bello y delicado lienzo, que hay que situar entre 1690 y 1700, viene a aumentar el no muy extenso catálogo de obras hasta el momento conservadas de este pintor, seguramente el más genuino representante de la escuela madrileña de los últimos años del siglo XVII , creador de un arte muy personal en el que a las enseñanzas de su maestro Carreño, de Donoso, con quien colaboró en obras decorativas al fresco y al temple, se superpone el conocimiento de las últimas novedades del barroco italiano. Sus grandes lienzos de altar son el mejor exponente del estilo decorativo, dinámico y tetral que triunfa en los últimos años de la escuela.
Este cuadro que nos ocupa pudo pintarse para el remate de algún altar o como cuadro de devoción para algún convento -tal vez de carmelitas- o algún particular. A una colección privada de Irún pertenece un «San José y el Niño «, de mas de medio cuerpo, probablemente copia de un original de Ruiz de la Iglesia u obra de taller.