La tentación de San Francisco – Vouet

1623, Óleo sobre lienzo, Capilla Alaleone de la Iglesia de San Lorenzo en Lucina, Roma.

El 17 de septiembre de 1623, Vouet recibió por parte de Paolo Alaleone, maestro de ceremonias del papa, el encargo de realizar la decoración de una capilla, la llamada Capilla Alaleone, de la iglesia de San Lorenzo in Lucina,  la parroquia romana de los artistas.

Se trata de un conjunto conservado «in situ» que pone de manifiesto la capacidad del pintor para enfrentarse a los grandes retos decorativos. Simon Vouet se comprometió a pintar en medio año, y a percibir 500 escudos más otros 50 si la obra satisfacía al comitente, un conjunto de diecisiete escenas enmarcadas por una profusa decoración de estucos, las del techo y la parte alta pintadas al fresco, y las dos telas de las paredes laterales al óleo.

En el altar se conservó un fresco del siglo XVI,  de la mano de Sermoneta, en el que se representa a san Francisco recibiendo los estigmas coronado por una Virgen de las Gracias, las dos advocaciones de la capilla.

El programa de la decoración es relativamente simple y responde a las mencionadas advocaciones. Para las paredes laterales, Vouet pintó dos lienzos de considerables dimensiones (185 x 252 cms) con sendos episodios de la vida de san Francisco, glosando la renuncia del santo a los bienes y los honores del mundo. 

El lienzo de la «Tentación de san Francisco» hace referencia a la renuncia del santo a los placeres de la carne. La escena, llena de tensión, es una de las más intensas y efectistas pintadas por Vouet.

A la izquierda muestra la figura insinuante, con las carnes cálidamente iluminadas por la luz de una tea, de una cortesana junto a una cama, mientras  que en el suelo Francisco, con un atrevido escorzo en perspectiva, parece debatirse entre abrazar el placer de la carne o sufrir gozosamente el fuego de las brasas sobre las que reposa su cuerpo invitando a la mujer a acostarse con él.

En el fondo de la oscura estancia, en la que sólo resplandecen los cuerpos de la mujer y el hombre casi desnudo, se abre una puerta por la que asoma a contraluz -como años después pintará Velázquez en las Meninas- una mujer, que parece dar fe de lo acontecido.

En este lienzo las referencias a Caravaggio  son muy patentes. Es fácil apreciar las referencias naturalistas de algunos detalles, así como la utilización  de la luz y de la sombra sin renunciar al color, todo lo cual ayuda a acentuar el tono dramático del sentimiento espiritual que la pintura debe inspirar.