1526, pintura sobre tabla, 37 x 23 cm, Galería de los Ufizzi en Florencia.
En Wittenberg además de dibujos, grabados y obras de devoción religiosa católica, Cranach creó composiciones inspiradas en la doctrina luterana, así como pinturas profanas y, entre éstas, retratos que por su realismo le dieron justa fama.
Retratos que como los de cuerpo entero del duque Enrique el Piadoso y Catalina de Mecklemburg (que con el tiempo se convertiría en contumaz defensora de la causa reformista), o los de medio cuerpo de Juan Federico el Magnánimo y Sibila de Cleves.
Realizados con ocasión de sus respectivas bodas, muestran la maestría del pintor en la captación psicológica de los modelos, si bien el subrayado de la expresividad que en la etapa vienesa era confiada a los paisajes, sustituidos aquí por fondos neutros, recae ahora en la sofisticada indumentaria propia del alto rango de los personajes representados.
La elegancia de los efigiados se convierte, efectivamente, en el rasgo más distintivo de numerosos retratos de príncipes, princesas y damas desconocidas que Cranach y su taller pintaron incansablemente en Wittenberg, retratos más atentos algunas veces en legitimar el poder temporal de los gobernantes que en rastrear los rasgos fisonómicos del modelo, como ocurre con el «Retrato de Martin Lutero»