1526, pintura sobre tabla, 124 x 89 cm, Museum de Sarasota.
Los personajes masculinos pintados por Cranach representan un aspecto más realista que los femeninos, aparte, evidentemente, de los rasgos característicos de cada individuo.
Incluso los retratos de personalidades representadas en repetidas ocasiones, como Martin Lutero (a quien , según algunos de sus contemporáneos pintó centenares de veces) se ajustan a unos modelos iniciales, a veces no propios, sólo alterados posteriormente por leves variaciones.
Tal es el caso de los retratos del arzobispo de Magdeburgo y Maguncia, el cardenal Alberto de Brandeburgo, en los que el pintor recurrió a los grabados de Durero.
Pero Cranach altera el clima de recogimiento que en la composición de Durero irradia la profunda concentración del santo, entregado a la escritura, y la cálida celda llena de objetos dispuestos calculadamente en cierto desorden, una celda que de no ser por la presencia del león se diría tomada de la realidad cotidiana.
Por el contrario, el loro, la liebre, la ardilla, la pareja de perdices, el león, el ciervo y los faisanes con sus crías, hacen de la celda del san Jerónimo de Cranach un lugar inquietante e irreal.
Cuestiones formales aparte, como el tratamiento de la luz y, sobre todo, la rigurosa perspectiva geométrica, sólo el reloj de arena, el capelo cardenalicio, el león y la ventana son copias más o menos exactas del buril de Durero.