1639, óleo sobre lienzo, 177 x 232 cms, Museo del Prado.
Comentario de la obra «La liberación de San Pedro» de José de Ribera
Ribera representa aquí un episodio sacado de los Hechos de los Apóstoles (12, 1-11): Herodes había empezado a perseguir a algunos miembros de la Iglesia y, después de mandar matar a Santiago, hermano de Juan, hizo arrestar a Pedro y ordenó que lo encerrasen en la prisión.
El apóstol fue confiado a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno, que habrían de custodiarlo hasta el día de Pascua, en que el santo comparecería ante el pueblo. La noche antes de ese día, estando custodiado por dos soldados, se le apareció «un ángel del Señor y una luz brilló en la celda «.
El enviado divino tocó el costado del apóstol para despertarlo y lo exhortó a levantarse, haciendo caer milagrosamente las cadenas de sus manos. Ribera muestra este instante del relato, en el que Pedro se despierta de repente y se vuelve hacia el ángel, que le indica que se levante para huir de la celda.
El cuadro fue comprado, quizá en Secilla, junto con el «Sueño de Jacob», y figura en las colecciones reales de España desde 1774, año en que se registra su presencia en el palacio de La Granja de san Ildefonso.
Que ambos cuadros están concebidos como una pareja lo corrobora su estructura compositiva simétrica. San Pedro está tendido en la misma postura que Jacob, y el ángel equilibra la escena igual que el tronco en el otro lienzo.
Mientras que el cuadro de Jacob está invadido por una luz brillante y transparente, en éste Ribera, acaso inspirándose en la «Vocación de san Mateo» de Caravaggio, como ha sostenido la crítica, usa como fuente de luz la ventana para iluminar al santo y destacar en la oscuridad la figura del mensajero de Dios.
En la preciosista materia cromática de los ropajes del ángel, Pérez Sánchez ha visto una influencia de las obras de Van Dyck.