1639, óleo sobre lienzo, 234 x 234 cms, Museo del Prado.
Comentario de la obra «el martirio de San Felipe» de Ribera
Se representan los elementos anteriores al martirio de san Felipe, el apóstol que predicó en la ciudad de Gerápolis, en Asia Menor, y fue crucificado.
Como en otras escenas de martirio, interesa a Ribera destacar con especial fuerza el dramatismo del acontecimiento insistiendo en la violencia de los verdugos y en el sufrimiento físico del mártir.
La acción tiene lugar bajo un cielo con nubes blanquísimas contra el cual se recortan las figuras, iluminadas por una luz cegadora.
Ocupa toda la altura del lienzo el tronco vertical de la cruz, a la cual dos hombres izan el cuerpo del santo alzando con sogas un eje horizontal al que están atadas sus muñecas.
A la derecha del mártir, un personaje colabora en la acción inclinándose para levantar los pies del santo, que éste apoya tenazmente en el suelo. A la izquierda, en segundo plano, aparecen algunos asistentes, entre ellos una mujer que lleva un niño en brazos y vuelve la mirada al espectador.
A la derecha contemplan la escena otros personajes, como el soldado barbudo que la observa con indiferencia, retratado con marcado naturalismo.
El asunto de este cuadro fue durante mucho tiempo interpretado como el martirio de san Bartolomé, a pesar de que no aparece el atributo tradicional del santo, el cuchillo con el que fue desollado.
Diversos elementos confirman que se trata de san Felipe: su cuerpo no fue clavado a la cruz sino atado a ella con cuerdas y, aunque unas veces se le representa viejo y con barba, otras, como en este cuadro, es relativamente joven.
El lienzo fue tal vez realizado para el rey de España Felipe IV y su primera mención documental es de 1734, año en que está registrado en el inventario del Alcázar.