Obra «La pietá» de Giovanni Bellini. C. 1460, pintura sobre tabla, 107 x 86 cm, Pinacoteca de Brera, Milán.
Comentario de «La pietá de Giovanni Bellini»
En la «Pieta» o «Cuerpo de Cristo sostenido por la Virgen Maria y San Juan Evangelista» de la Pinacoteca de Brera de Milán, Giovanni Bellini se muestra más expresivo y dramático que en la «Oración en el huerto «. A lo largo de su trayectoria pictórica, Giovanni se enfrentó en diversas ocasiones con el tema de la «pietá», aunque no siempre de la misma manera.
En la «Pietá» milanesa, o Cristo muerto con la Virgen María y san Juan Evangelista, realizada, posiblemente, en torno a 1460, Giovanni Bellini recurre a formas emparentadas con las de Mantegna, pero, sobre todo, a la intensidad expresiva mostrada por Donatello en el relieve en bronce, con el mismo tema que el toscano hiciera no muchos años antes para el altar mayor de la basílica del santo en Padua, altar que Bellini pudo haber visto cuando acudió a la vecina ciudad a trabajar junto a su padre y hermano en el perdido retablo de la Capilla Gattamelata.
Giovanni representa la imagen de medio cuerpo del Cristo Muerto acompañado por María y san Juan. El episodio de dolor parece desarrollarse entre las paredes del sepulcro iluminadas por las primeras luces del amanecer, que rompen irisadamente el cielo e iluminan un fragmentario paisaje por el que corren las aguas del Río de la Vida.
La Virgen abraza amorosamente el cuerpo musculoso del Hijo para infundirle, a poder ser, consuelo, y le coge con su mano la mano derecha presentando al mundo la sanguinolenta llaga de la salvación. San Juan, que también abraza el cuerpo de Cristo, gira el rostro incapaz de contemplar el sufrimiento del Señor y rehuyendo el momento íntimo protagonizado por madre e hijo.
La mano izquierda de Cristo, que cae cerrada, como si aún estuviera clavada en la cruz, se adelanta a la composición convirtiéndose en punto que atrae la mirada hacia la cartela iluminada que queda en la banda en sombra del sepulcro, y en la que Bellini adapta un verso del primer libro de elegías de Sexto Aurelio Propercio («¿por qué vuelves tus ojos exhaustos a mis gemidos?»)