Obra también conocida cómo «Los discípulos de Emaus». 1601, Óleo sobre lienzo, 141 x 196 cms, National Gallery de Londres.
Entre las obras que Caravaggio hizo para Ciriaco Mattei, esta «Cena en Emaús» fue muy apreciada. El artista empezó probablemente a trabajar en ella en el otoño de 1601, cuando, según un indicio documental y las noticias proporcionadas por las fuentes, vivía con su criado Cecco en casa de Mattei.
Fue tal vez la enorme naturalidad que en 1657 halló Scannelli en la pintura la que motivó su fama. El cuadro representa el momento en el que los tres discípulos reconocen a Cristo resucitado en su compañero de mesa cuando éste bendice el pan.
Pero a la habitual adhesión a lo real -visible en los ropajes modernos de los tres discípulos, en la ambientación, más cercana a una hostería que a un lugar sagrado, o en el cesto de fruta en equilibrio hacia nosotros- Caravaggio asocia una interpretación del acontecimiento hecha de alusiones simbólicas que en la época serían sin duda claramente descifrables pero que hoy nos son desconocidas.
Es un lenguaje llano y natural el que da forma a esta composición, lejos de la retórica contrarreformista; se compone de símbolos precisos -en la elección de los elementos que se muestran en la mesa- y de gestos simples pero elocuentes.
Y la luz, una vez más, la realidad óptica reconocible, por ejemplo en el círculo luminoso sobre el mantel, en la base del jarro de cristal, y acentúa la gestualidad, que tiene un papel todavía más importante que el atribuido a las miradas, como ocurre con el brazo de Cristo, extendido hacia delante.