1638, óleo sobre lienzo, 76 x 62 cms, Museo del Prado
Comentario de la obra «la vieja usurera» de José de Ribera
Se muestra aquí a una mujer anciana de perfil con una balanza en la mano y la mirada fija en el platillo más alto. Subrayan su expresión concentrada sus rasgos faciales, analizados con intenso y despiadado realismo: la frente arrugada, las cejas enarcadas, la nariz recta y corta, los labios delgados apretados en una extraña mueca y las mejillas surcadas de pliegues.
Desde el punto de vista iconográfico, el cuadro se inserta en la modalidad de imágenes de personajes del mundo del comercio y las finanzas que tanto éxito había tenido en el siglo XVI, sobre todo en el ámbito flamenco (piénsese, por ejemplo, en «El cambista y su mujer» de Quentin Metsys del Louvre).
La obra presenta afinidades estilísticas con los lienzos conservados de la serie de los «Cinco sentidos», que retratan del natural figuras tomadas de la realidad popular napolitana, con un poderoso sentido de complicidad humana y de participación afectiva.
A pesar de la presencia de la firma del artista, este cuadro ha sido siempre infravalorado e incluso tenido por no suyo sino de un seguidor. Un cuadro idéntico, pero de dimensiones inferiores, en la Alte Pinakothek de Múnich confirma la existencia de un original de Ribera que en la época era quizá conocido y apreciado y que, como piensa Sánchez Pérez, puede ser identificado con éste, que es de extraordinaria calidad.
Esta figura aparece además en una compleja pintura que muestra una «Reunión de médicos», de la colección de lord Methuren, en Corsham Court, antiguamente atribuida al español pero obra de un discípulo que evidentemente copiaba sus motivos.