c. 1501, pintura sobre tabla, 61,6 x 45,1 cm, National Gallery de Londres.
Aunque Giovanni Bellini no destacó especialmente como retratista -fue su hermano Gentile quien partió hacia Constantinopla en 1479 al ser considerado el mejor pintor de retratos veneciano-, en algunas obras de este género alcanzó un alto nivel expresivo.
La mayoría de los retratos realizados por Giovanni pertenecen a las dos últimas décadas del siglo XV, después de su nombramiento como pintor oficial de la República Veneciana y antes de adentrarse, en los primeros años del siglo XVI, en el campo de la pintura profana mitológica y alegórica.
Es, sin duda, en el «Retrato del dogo Leonardo Loredan», cuando el sexagenario veneciano iniciaba su mandato al frente del gobierno de la Serenissima, donde Bellini consigue, más que en ningún otro, plasmar la personalidad del personaje representado a través de una firme construcción arquitectónica de la figura humana, y de una absoluta capacidad de armonizar el color.
Más de veinticinco años separan el primer retrato fechado de Bellini, el de Jorg Fugger (1474) y el del dogo Leonardo Loredan. Pero en ambos pueden apreciarse los dos elementos formales básicos que caracterizan los retratos bellinianos, elementos introducidos en la pintura por el flamenco Jan Van Eyck, y que serán también comunes en los retratos de Antonello da Messina: personajes representados de tres cuartos ocultando sus manos -en el caso de Leonardo, tras un parapeto-, y utilización del fondo neutro para situar espacialmente al retratado.