1615, óleo sobre lienzo, 310 ‘ 237 cms, Museo San Pio V, Valencia.
Comentario de la obra «Preparativos para la Crucifixión» de Ribalta
Pintada para el Monasterio de San Miguel de los Reyes, en Valencia, el lienzo de los «Preparativos para la crucifixión» se conserva actualmente en el Museo de Bellas Artes de san Pío V de Valencia.
En él se lee la fragmentaria firma «Ioannes Ribalta Pincet». La limpieza efectuada con motivo de la exposición «Los Ribalta y la pintura valenciana de su tiempo» (1987) puso en evidencia que a la parte inferior del lienzo se le había añadido, en alguna fecha comprendida entre 1800 y 1847, según indicó el crítico F. Benito, una tira de tela de 36 cms de altura, cuyo cosido había afectado a la firma original.
La tutela paterna se percibe con nitidez en los «Preparativos para la crucifixión «, y ello es debido principalmente a la adopción, por parte de Juan, de algunos motivos iconográficos de la obra del mismo asunto pintada por Francisco en 1582.
Ambas obras representan el momento en que Cristo, incorporado sobre una gran cruz apoyada en el suelo, implora al Padre el perdón para los numerosos sayones que, enfrascados en sus respectivas tareas, se disponen a preparar el sacrificio.
La plasmación de la violencia y crudeza de la actuación humana no parece ser el principal objetivo de la pintura de Francisco ni tampoco de la de Juan Ribalta; ambos lienzos exaltan, ante todo, la misericordiosa obra del Salvador y su dramática soledad entre la multitud de sus verdugos.
En el lienzo pintado por Juan se encuentran referencias directas al lienzo del mismo tenor pintado por Caravaggio («Crucifixión de san Pedro»); mientras la figura de la izquierda repite libremente detalles caravaggescos como el cuello de la camisa y el rojo del jubón, la de la derecha muestra, invertida, la misma posición de la cabeza.
Parece evidente que Juan Ribalta tuvo que conocer la «Crucifixión de san Pedro» de Caravaggio. La idealización de la figura de Cristo, el sentimiento religioso de la representación y la aparición de numerosos personajes que, aun reflejando la gran capacidad de Juan de ofrecer diversos tipos en distintos y valientes escorzos, no dejan de transmitir una sensación de «horror vacui» (miedo al vacío).
Son algunos de los aspectos de los «Preparativos para la crucifixión » que marcan las diferencias con la obra de Caravaggio, a la vez que muestran la gran deuda contraída con el joven pintor con respecto a la pintura del mismo tema de Francisco, ejecutada treinta y tres años antes bajo la profunda influencia del manierismo escurialense.
Pero lo que interesa resaltar aquí no es tanto la mayor o menor intensidad de las enseñanzas recibidas por Juan Ribalta como el hecho de que esos toques de realismo y de luz tenebrista de ascendencia caravaggesca, presentes en el lienzo del museo valenciano e intensificados en obras posteriores, preceden al naturalismo adoptado por el propio Francisco Ribalta.
A la patente admiración mostrada por Juan hacia Francisco en los «Preparativos para la crucifixión » debió de suceder la posible influencia del más joven sobre el más viejo de los Ribalta.