Obra también conocida cómo «la dormición de la Virgen». 1604, Óleo sobre lienzo, 369 x 245 cms, Museo del Louvre.
El 14 de junio de 1601, Laercio Cherubini encargó a Caravaggio un cuadro para el altar de la capilla que había comprado en la iglesia de Santa Maria della Scala, en Roma. La capilla de Cherubini había sido dedicada por los carmelitas al tránsito de la Virgen María al cielo; en ella se oficiaban las misas de difuntos.
Ningún documento conservado nos informa del momento en el que la obra fue concluida y entregada, pero Caravaggio trabajaría sin duda en ella en torno a 1604, mucho después del vencimiento del contrato. Apenas se había colocado sobre el altar de la iglesia trasteverina el cuadro más grande jamás pintado por Caravaggio en Roma, fue retirado de improviso. Para Caravaggio era el enésimo rechazo.
Por otra parte, para los religiosos era inimaginable hallarse ante la escena de un luto tan cercano a lo contemporáneo, a una Virgen tan parecida a las mujeres del pueblo de Roma de comienzos del siglo XVII.
Una Virgen completamente despojada de todo atributo divino salvo un sutil cerco dorado detrás de la cabeza. Pero el motivo del rechazo ¿fue éste o, como nos cuentan las crónicas de los biógrafos de Caravaggio, los hermanos habían hecho quitar el lienzo porque Caravaggio había «retratado en la persona de Nuestra Señora a una cortesana amada por él» o porque «había hecho, con poco decoro, a la Virgen hinchada y con las piernas descubiertas», «una sucia meretriz de los huertuchos»? No podemos saberlo con certeza; no obstante, el cuadro suscitó tal interés en el panorama artístico e intelectual de la época que los pintores de Roma lo hicieron exponer al público antes de su traslado a Mantua, a la corte del duque Vincenzo Gonzaga.