La ronda de noche – Rembrandt

1642, óleo sobre lienzo,  363 x 437 cms, Rijksmuseum de Ámsterdam.

Comentario » La ronda de noche de Rembrandt»

El cuadro, conocido como «La ronda de noche», fue encargado al pintor para decorar la sala principal de la sede de la Milicia Cívica de Ámsterdam: es un retrato de grupo del capitán Frans Banning Cocq y algunos miembros de la milicia de los arcabuceros.

En 1715, la pintura fue trasladada a la sala del Consejo de Guerra del Ayuntamiento de Amsterdam; en esa ocasión fue cortada para adptarla a un espacio limitado.

A fines del siglo XVIII, las pesadas capas de barniz oscuras y acumuladas con el paso del tiempo dieron lugar a la idea de que se trataba de la representación de una patrulla nocturna, idea de la cual deriva el título  de «La ronda de noche».

Como ya había hecho en «Lección de anatomía del doctor Tulp«, Rembrandt interpretó el retrato de grupo como una escena de historia. En el centro, junto al capitán, el lugarteniente Van Ruytenburgh  da a los milicianos la orden de ponerse en marcha; en torno suyo comienzan los preparativos para formar filas.

La presencia de numerosas figuras secundarias ataviadas con trajes históricos aumenta el valor narrativo de la composición. En el relato, Rembrandt introdujo también algunos elementos simbólicos, de  modo que el cuadro puede ser leído como un elogio de la milicia y de su papel en la vida ciudadana.

En especial, la niña vestida de amarillo del segundo plano, al parecer una cantinera, aporta a la escena un elemento muy significativo: el pollo que lleva colgado del cinturón es una alusión al emblema de la milicia de los arcabuceros, que contenía dos patas de pollo.

El maestro organizó la composición con un aire dinámico, inédito en el género de los retratos de grupo: las figuras salen en dirección al observador de un fondo oscuro e indefinido, iluminadas por fuentes de luz exteriores al propio cuadro.

Rembrandt insistió en los retratos individuales , describiendo minuciosamente las fisonomías, los trajes y las armas. El color, material y táctil, crea puntos de gran intensidad luminosa que coinciden con los centros simbólicos de la composición.