1631, óleo sobre lienzo, 196 x 127 cms, Palacio Lerma de Toledo.
Comentario de la obra «La mujer barbuda» de Ribera
Como atestigua la inscripción, este lienzo fue ejecutado por encargo del virrey don Fernando Afán de Ribera y Enríquez, tercer duque de Alcalá. Ofrece una interesante información una carta del embajador de Venecia del once de febrero de 1631, en la cual describe su visita al taller del artista.
«En las estancias del virrey estaba un pintor famosísimo haciendo un retrato de una mujer de los Abruzzos casada y madre de muchos hijos, la cual tiene el rostro totalmente viril, con más de un palmo de barba negra y hermosísima y el pecho todo velludo; tuvo su excelencia mucho gusto en verla, como cosa maravillosa, y en verdad que los es».
El inhabitual tema hace de esta obra un caso único en la producción de Ribera y uno de los cuadros más insólitos de la pintura europea del siglo XVII.
La inscripción revela explícitamente el carácter documental del lienzo: el duque de Alcalá había pedido a Ribera «pintor español, condecorado con la cruz de Cristo, nuevo Apeles de su tiempo», que pintara del natural a Maddalena Ventura, mujer abruzzana que se trasladó a Nápoles a los cincuenta y dos años, a la cual «por un gran milagro de la naturaleza» había crecido una larga barba a los treinta y siete».
La protagonista, una mujer maciza e imponente, es representada con uno de sus hijos en brazos y su marido a su derecha. El pintor indaga con el mismo agudo espíritu realista los detalles del traje, el encaje del cuello y el delantal y la deformidad del rostro.
Sobre el bloque de piedra Ribera ha pintado un huso y una devanadera con hilos de lana, como símbolo de la paradoja de la naturaleza femenina de la mujer, que contrasta con su aspecto masculino.
A pesar de la finalidad documental, el artista ha logrado traducir este caso clínico, casi repugnante, en un texto pictórico de particular belleza, en el cual afloran el drama psicológico de la mujer transformada en hombre y la resignación del marido.