Obra también conocida cómo «Isaac y Jacob», 1637, óleo sobre lienzo, 129 x 289 cms, Museo del Prado.
Comentario de la obra «la bendición de Jacob» de José de Ribera
Se representa en el lienzo un episodio del Génesis (27, 1-46): Isaac, viejo y ya ciego, próximo a morir, pide a Esaú, su hijo mayor, que salga al campo con sus armas a cazar para prepararle la comida; después de comer le daría su bendición.
Rebeca escuchó la conversación y, mientras Esaú estaba cazando, se lo contó todo a su otro hijo, Jacob, diciéndole que suplantara a su hermano; le mandó que le llevase dos cabritos para hacer la comida a Isaac, le hizo ponerse el mejor traje de Esaú y le cubrió las manos y el cuello con la piel de los animales, para que se le pudiese tomar por su hermano.
Así camuflado, Jacob llevó la comida y el pan a su padre, quien, creyéndolo Esaú, lo bendijo. Apenas se había ido Jacob, volvió Esaú de cazar y preparó la carne para Isaac; el engaño fue descubierto y Rebeca, a fin de proteger a su hijo menor de la ira del primogénito, lo envió a Padam-aram, a casa de su hermano Labán.
Ribera muestra el momento en que Isaac, en el lecho, toca el brazo de Jacob, cubierto por una piel blanca. Empuja al joven su madre, que vuelve la mirada al espectador. En el fondo vemos la figura de Esaú, con su caza a la espalda, colgada de un palo.
La composición horizontal y el punto de vista desde abajo hace pensar que el cuadro se pintó para ser colocado sobre una puerta. El artista combina el análisis minucioso de los real con un nuevo sentido del color y la luz, inspirado en modelos venecianos y flamencos.
Un bello fragmento de naturaleza muerta en la mesita junto al lecho: dos platos, en uno un trozo de carne con un cuchillo clavado y un limón, el otro con un trozo de pan. Otros detalles, como el cortinaje sobre el lecho y el cobertor, ambos de seda roja, y la piel de cordero, poseen una extrema riqueza cromática.