1651, óleo sobre lienzo, 125 x 100 cms, Museo y Cartuja de san Martín de Nápoles.
Comentario de la obra «San Sebastián» de José de Ribera
Sebastián, que había nacido en Narbona y se había criado en Milán, era miembro de la guardia pretoriana en tiempos de Diocleciano (284-305).
Aun siendo de los más fieles servidores del emperador, era un cristiano clandestino en una época de dura persecución.
Cuando su fe fue revelada, Sebastián fue condenado a ser atado a un poste y asaeteado, pero milagrosamente no murió. El emperador lo hizo azotar hasta matarlo y arrojar su cuerpo a las cloacas.
Ribera nos ofrece una imagen poco cruenta del episodio, retratando al joven y atlético santo de medio cuerpo, con las manos atadas al tronco de un árbol, una flecha en el costado izquierdo y la mirada hacia lo alto.
Su cuerpo pálido, modelado con extrema sutileza, destaca contra la superficie oscura del tronco; la delicada transición entre los tonos oscuros de las sombras y la luz del cielo intensifica el sentido de profundidad espacial.
El lienzo fue pintado para la Cartuja de san Martín junto con su «pendant», «San Jerónimo». Ambos cuadros figuran, con todas las demás obras encargadas por Giovanni Battista Pisante, prior del convento (muerto en 1638), en un documento posterior a 1651 y relativo al pleito iniciado por los herederos de Ribera contra los monjes.
Es posible, pues, que los dos cuadros hubiesen sido empezados en 1638 y, como la «Comunión de los apóstoles», no terminados hasta 1651. El esquema compositivo del «San Sebastián», con su marcada dirección diagonal y su amplia apertura atmosférica, tiene que ver con otras pinturas ejecutadas por el valenciano entre los últimos años treinta y los primeros cuarenta.
Sea como fuere, como el cuadro lleva la fecha de 1651, no es posible fijar la historia de su realización ni saber cuánto le añadió el artista en una fase posterior.