1630,óleo sobre tabla, 58 x 47 cms, Rijksmuseum de Ámsterdam.
En este cuadro, Rembrandt refleja un anciano ataviado con ricas vestuduras está sentado, en actitud melancólica, junto a unas ruinas; al fondo, a la derecha, se vislumbra el incendio de una ciudad.
El tema de este cuadro fue correctamente identificado a finales del siglo XIX; antes se creyó que era Lot durante la destrucción de Sodoma o de Anquises ante el incendio de Troya.
Sin embargo, la presencia al pie de los muros de un personaje que se aleja de la ciudad ha aclarado que se trata de la destrucción de Jerusalén en presencia del profeta Jeremías.
El personaje que huye sería el rey Sedequías, que abandonó la ciudad y, capturado por el ejército de Nabucodonosor, fue cegado. Según las «Antigüedades judaicas» de Flavio Josefo (que Rembrandt poseía en traducción alemana), el profeta Jeremías quiso detenerse junto a las ruinas de la ciudad, que aparecen en el cuadro.
Domina la composición la diagonal de la figura de Jeremías, según un principio compositivo típico del Barroco. La movida línea del contorno de su costado derecho está circundada por una zona luminosa, en la cual el color amarillo se vuelve transparente hasta dejar emerger la preparación gris de la tabla.
El espeso pigmento confiere viveza a los detalles más preciosistas, como los ricos bordados de la túnica y del tapete en que se apoya el profeta. Los alamares del jubón fueron grabados con el mango del pincel sobre el color todavía fresco.
En la parte de la derecha, el trozo de naturaleza muerta con una jofaina, una copa y un ánfora de metal repujado alude a los tesoros que, según Flavio Josefo, Nabucodonosor quiso regalar a Jeremías.
El libro en el que el profeta apoya el codo lleva la inscripción «BiBeL» y alude a las obras de Jeremías, autor de las «Profecías» y de las «Lamentaciones». Fechada en 1630, la tabla está entre las mejores de la época tardía de Leiden.