Frescos del convento de San Paolo – Correggio

1518-1520, pintura mural, 647 x 697 cm, convento de san Paolo, Parma.

A finales de la segunda década del siglo XVI el Correggio fue llamado a Parma para hacerse cargo de la decoración de una de las estancias del apartamento privado de Giovanna Piacenza, la culta abadesa del convento de monjas benidictinas de san Paolo.

La cámara a decorar es una estancia casi cuadrada de 6,45 x 6,97 metros, cubierta por una cúpula de gallones separados por finas nervaduras en cuyo centro se halla un rosetón esculpido en piedra con un blasón dorado.

Los nervios reposan en las ménsulas fingidas del friso que dibuja en lo alto de las paredes el perímetrode la sala. Correggio concibió la cúpula como una pérgola de mimbres romboidales apoyadas en las cañas-nervaduras de los gajos, cubierta por un tupido verdor que se abre al cielo en cada gajo por una gran guirnalda oval.

A la manera de Mantegna, en cada uno de los óvalos aparecen grupos de dos o tres «putti» en actitudes variadas. En su encuentro con el friso-cornisa, los gajos de la cúpula se convierten en hornacinas de cuarto de esfera, en las que Correggio dispuso personajes mitológicos y alegorías pintadas como grisallas.

Las paredes de la cámara se dejaron sin decoración pictórica,  a excepción del frontis de la campana de la chimenea, en la que Correggio pintó a Diana cazadora sobre un carro tirado por corceles.

El programa iconográfico  de la cámara de la abadesa , de patente carácter humanista, aún hoy plantea ciertos problemas e incógnitas en cuanto a su interpretación.

Sin embargo, en última instancia la «concepción filosófica » que late  en la decoración es la de la exaltación de la figura de la abadesa Giovanna como protectora de la comunidad de las monjas de san Paolo.