1628, óleo sobre lienzo, 285 x 183 cms, Szepmuveszeti Museum de Budapest.
Comentario de la obra «el martirio de San Andrés» de José de Ribera
El cuadro se encontraba en la colección de Juan Alfonso Enríquez de Ribera, almirante de Castilla, y en 1647 figura entre los cuadros en posesión de su hijo, don Gaspar Enríquez de Cabrera, con la excepcional valoración de seis mil reales.
Este último lo donó al convento de san Pascual de Madrid, de donde salió en época napoleónica para pasar después, en 1818, a propiedad del embajador austríaco, el príncipe de Kaunitzi, y de allí a otra colección, antes de ser comprado por el Museo de Budapest.
Se representa el martirio de san Andrés, el apóstol que fue condenado a la crucifixión y que, según la tradición, fue atado a una cruz en forma de X (que se llamará «cruz de san Andrés»).
La cruz está apoyada en una roca ; la perspectiva del encuadre crea un efecto ilusionista, haciéndola casi salir del espacio del lienzo para invadir el del espectador. El cuerpo desnudo del santo, iluminado por una luz violenta, sigue una línea transversal.
Un verdugo le ata los pies al extremo de la cruz; un sacerdote con la cabeza cubierta por un manto se inclina sobre él, enseñándole una pequeña escultura de Júpiter. A la izquierda aparece un soldado de perfil, que asiste impasible a la crucifixión, y en segundo plano otros dos personajes.
A pesar de que el pintor figura los instantes anteriores al martirio, el tono del cuadro no es cruento e invade la escena una atmósfera de calma meditativa.
Entre las obras de la primera madurez de Ribera, ésta presenta una organización espacial de especial complejidad, en la cual la crítica ha visto una derivación del «Martirio de san Pedro » de Caravaggio.
Otros elementos podrían estar inspirados en otra obra del lombardo, el «Entierrro de Cristo», por ejemplo la perspectiva de la cruz y la roca en la que se apoya.