1650. Óleo sobre tela. 98 x 74 cm. Museo del Louvre.
Este cuadro se incluye en un conjunto de dos autorretratos realizados para unos amigos. El que se encuentra en el Louvre fue destinado a Chantelou.
El pintor se representa en su taller, con la mirada cansada, vuelta hacia el espectador, en una actitud impregnada de gravedad. La austeridad general se ve reforzada por su toga oscura sobre un decorado de fondo casi abstracto, compuesto por tres telas apiladas que obstruyen una puerta.
En la tela de la izquierda se distingue un busto de mujer con una diadema que tiene un ojo en su centro: es la musa de la pintura que ilumina la visión. Sobre el bastidor, a la derecha, una inscripción latina señala la identidad del pintor y la fecha en la que se pintó el cuadro. Poussin lleva en su mano derecha un anillo adornado con un diamante piramidal, símbolo estoico de la constancia.
Este autorretrato entabla un complejo diálogo entre comitente y autor. El tema del lienzo es, por su intercesión, el propio arte de la pintura, su práctica intelectual y rigurosa.