Giulio Pippi «Romano» (1490 aprox. – 1546)

El genial discípulo de Rafael (Giulio Pippi) se establece en Mantua en 1524 por interés de Baltasar de Castiglione y por voluntad de Federico de Gonzaga.

Obras de Giulio Pippi
Retrato de Giulio Pippi «Romano»

Biografía y obra de Giulio Pippi Romano

Durante los años juveniles (1510-1513), transcurridos en Roma como rehén del papa Julio II, Federico Gonzaga es testigo de acontecimientos extraordinarios: es retratado por Rafael, conoce las Estancias Vaticanas, la construcción del nuevo San Pedro,  la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina. 

Tras fallecer su padre y ser nombrado marqués de Mantua, orientará la cultura mantuana de acuerdo con los ejemplos romanos, con una decidida opción por la orientación rafaelesca.

Por consiguiente,  la invitación de trasladarse a Mantua, cursada a Giuliano Romano, discípulo de Rafael y heredero de su taller, tiene lugar en un clima de conocimiento y aceptación del primado de la «maniera moderna».

Giulio Pippi se dedica al Palacio del Té a partir de 1526. Aquí trabaja con su taller hasta 1535, con algún intervalo de tiempo destinado a atender otras obras para su señor y la ciudad.

El talento prodigioso de Romano se prodiga también en cartones para tapices , diseños de vestiduras y aparatos, objetos de plata y mayólica, así como monumentos fúnebres. 

Sus invenciones constituyen la primera penetración en la Italia septentrional de la cultura artística romana y tienen el indiscutible mérito de la novedad.

El incendio del Borgo – Giulio Romano

El Palacio del Té se alzaba originariamente en una isla, unida a la ciudad a través  de la puerta y el puente de Pusterla, en la zona meridional. La imagen insular que caracterizaba el lugar, amenizado por sus jardines, hoy ya no existe.

La decoración fue dirigida por Giulio Romano y su equipo en una extraordinaria unidad de acción y propósito con el gusto y las inclinaciones del comitente, Federico Gonzaga.

La obra fue terminada con sorprendente rapidez, aproximadamente en diez años. Romano diseñó la arquitectura del palacio y su aparato decorativo, en el que los colaboradores sólo desempeñan tareas ejecutivas. La villa aparece, pues, como una obra unitaria, fruto de la invención de un solo autor.

En la segunda fase de los trabajos, el Palacio del Té cambia de función.  En 1530 Federico Gonzaga tiene como huésped a Carlos V, que es coronado emperador en Bolonia. Federico Gonzaga es elevado al rango de duque y el palacio pasa a ser residencia del emperador.

El programa iconográfico que preside la decoración de la galería de David, de la sala de los Estucos, del aposento del Emperador y, por último,  de la Sala de los Gigantes es de cuño político. Mitos olímpicos,  triunfos a la antigua,  alegorías de las virtudes, exaltaciones  de héroes de la antigüedad,  avalan la imagen de Federico Gonzaga  como príncipe guerrero, sabio y magnánimo. El recurso a la aureola clásica y el empleo de la cita erudita ponen el sello de la autoridad.