1616-1618, óleo sobre lienzo, 197 x 115 cms, Casa de las Dueñas de Sevilla.
Comentario de la obra «La coronación de espinas» de José de Ribera
Por el riguroso contraste claroscurista, la densa materia pictórica y los tipos humanos, Pérez Sánchez ha aproximado este lienzo a los «Santos» pintados hacia 1616-1618 para don Pedro Téllez Girón y Guzmán, virrey de Nápoles, conservados en la Colegiata de Osuna.
Ribera trató el tema también en otro cuadro, hoy en la Pinacoteca Brera de Milán, en el cual adoptó un esquema compositivo distinto. En el de Sevilla, adquirido en Nápoles en 1816 por don Carlos Miguel, duque de Alba, como obra de Caravaggio, el artista muestra a Cristo sentado en un bloque de piedra, cubierto con un manto rojo y soportando pacientemente el escarnio de dos esbirros.
El hombre de la izquierda sostiene con ambas manos el manto de Cristo y sonríe a su compañero, que se ocupa , con una especie de complacencia, en apretar con dos palos la corona de espinas contra la cabeza de Jesús.
El estilo áspero adoptado en la representación de estos personajes es similar al estilo de los pintores flamencos y holandeses del círculo caravaggesco, que Ribera frecuentó durante su estancia en Roma.
Esta última consideración justifica el hecho de que en el siglo XIX el cuadro fuese considerado obra de Caravaggio, cuya producción se conocía bastante mal en la época y al cual se atribuyen a menudo obras de características similares a ésta.
Como reparó Pérez Sánchez, en el museo de Sevilla se conserva una pintura del mismo tema, ejecutada por Francisco Pacheco en 1631 para el altar del convento de la Pasión, que parece repetir la estructura compositiva del lienzo de Ribera, del cual toma también la figura del esbirro de la derecha.
Esto haría pensar que la obra del valenciano era conocida en España o al menos en Sevilla mucho antes de 1816, año en que fue comprada por el duque de Alba.