Retrato de Ramón Llull – Ribalta

1620-1628, óleo sobre lienzo,  102 x 85 cms, Museo nacional de arte de Cataluña, Barcelona.

Retrato de Ramón Llull - Ribalta
Retrato de Ramón Llull, obra de Ribalta

Comentario del retrato de Ramón Llull, de Ribalta

El supuesto retrato imaginario del filósofo, escritor, místico y misionero mallorquín Ramón Llull (1232-1315/1316), que posee el Museo Nacional de Arte de Cataluña  (Barcelona) es manifestación barroca de la tradición figurativa exaltadora del saber y glorificadora de héroes, poetas, sabios y filósofos contemporáneos y de la Antigüedad que implantó el Renacimiento.

Ciertamente fue la literatura renacentista la que creó el concepto de hombre ilustre o famoso, pero en este caso no cabe olvidar que la iconografía de Ramón Llull tiene una fortuna propia que se remonta a los tiempos  en que vivió el retratado.

Por ello es de extrañar que una imagen de Ramón Llull pintada en torno a 1620-1628, como es la del Museo Nacional de arte de Cataluña,  se presente sin ningún tipo de atributo que destaque el carácter religioso del personaje.

En ella el supuesto Ramón Llull está sentado en un sillón frailero que se pierde en la oscuridad, si bien todavía se pueden ver los brazos y las espalderas, a los cuales llega un poco de luz que ilumina intensamente el rostro del personaje.

Es un rostro de hombre ya mayor, marcado por las arrugas y ennoblecido por los cabellos canosos que ascienden encrestados por el cráneo y bajan en mechones hasta el bigote que esconde un poco el hundimiento del maxilar superior y la no muy larga barba.

La cabeza erguida hace que la mirada se pierda, de frente, en la lejanía. Las manos del hombre salen de la negritud del vestido, cogiendo con nervio unos folios escritos que, probablemente, poco antes, habían estado doblados.

Bajo los folios queda la mesa de estudio, una mesa casi vacía en la que descansan tan sólo dos libros descuidadamente dejados y gastados por el uso. El retratado no viste hábito franciscano como era entonces lo más frecuente en las representaciones lulianas ni menos ropa de ermitaño; tampoco está delante de un crucifijo ni recibe ninguna clase de inspiración divina. Todo ello hace dudar que la imagen representada sea realmente la de Ramón Llull.