La suerte que corrió este retablo singular de la capilla mayor de la catedral de Lisboa desde el momento en que fuera pintado hasta que el pintor Columbano descubriera en 1882 en el Palacio del Patriarca, antiguo monasterio lisboeta de San Vicente de Fora, las seis tablas alusivas a la veneración del santo, puede seguirse a través de documentos y descripciones que, sin embargo, no despejan ninguna de las incógnitas aún sin resolver.
Las más recientes investigaciones sobre el retablo, dando por supuesto que la obra sea de Nuno Gonçalves, que el santo representado en ella es San Vicente y que procede de la catedral de Lisboa, apuntan a una integración en el retablo de otras seis tablas tenidas por lo común como de la escuela o taller de Nuno Gonçalves y que, como las otras, se conservan en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa: las de san Pablo, san Pedro, san Teotonio y san Antonio -estos dos últimos protectores de la corona portuguesa-, la de san Vicente atado a la columna y la de san Vicente atado a la cruz en aspa.
De este modo el retablo pasaría a tener doce tablas. Las seis tablas que forman la serie de la Veneración, tenidas de antiguo como constituyentes de dos trípticos o de un poliptico, constituirían tan solo un piso del políptico. Los dos paneles principales de la serie de la Veneración, que doblan en longitud, con idéntica altura, a los otros cuatro, serían los del Infante (o del Rey) y del Arzobispo (o del Condestable).
En el primero de ellos el supuesto benefactor de la obra, el rey Alfonso V, aparece arrodillado ante san Vicente que le muestra un libro abierto en el que se leen unos versículos del evangelio de Juan. En torno al santo Nuno Gonçalves ha dispuesto en círculo a cinco personajes, que hay que suponer de la corte portuguesa: a la izquierda dos femeninos y, a la derecha, tres masculinos.
Detrás del rey se sitúa un adolescente en el que se ha querido ver el retrato del hijo de Alfonso V y de Isabel, Juan; cerrando el semicírculo masculino figura la imagen suplicante de Enrique el Navegante (1394-1460), tío del monarca y principal impulsor de las campañas de África. En el llamado panel del Arzobispo son también cinco los personajes dispuestos en torno al santo, todos con vestidura militar, si bien resulta harto difícil cualquier tipo de identificación fiable.
Los dos grupos principales de los dos paneles tienen como fondo a once personajes que parecen querer dar testimonio, sin participar directamente, de lo que acontece, es decir, de la veneración de san Vicente. Nuno Gonçalves ha individualizado su rostro, pero resulta imposible saber quiénes son.
La distinción entre personajes que observan desde el fondo y personajes que se disponen en primer término se repite en los paneles laterales. Los dos que se sitúan en el lado del panel del Infante son el panel de los Frailes (en el extremo) y el de los Navegantes y Pescadores.
En el llamado de los Frailes son tres -dos de pie y uno arrodillado- los monjes de hábito blanco (cistercienses) que veneran al santo. El panel de los Navegantes y Pescadores parece rendir tributo a aquellos que hicieron posibles las gestas africanas de la monarquía portuguesa.
De su profesión no cabe duda. Mientras que el hombre suplicante, que más que estar de rodillas parece arrastrarse suplicante por el suelo, sostiene entre sus manos un rosario formado por vértebras de peces, el personaje central, que está de pie vestido con una hermosa túnica verde como si fuera un patricio romano, envuelve su cuerpo con una red de pescar.
En el lado opuesto, es decir, en el del panel del Arzobispo, figura en primer lugar el panel de los Caballeros. Con él quizá se pretendía reconocer el papel en la epopeya portuguesa de la casa de Braganza, fundada por Alfonso I, hijo natural de Juan I, personaje de gran relevancia en el reinado de Alfonso V.
Un personaje de rasgos no portugueses luce un hermoso yelmo -que le sirve a Nuno Gonçalves para mostrar su dominio de los reflejos de luz a la flamenca-, el cual ha sido relacionado con el hijo del jeque de Arzila que fue tomado en cautiverio por los portugueses al finalizar la conquista de la ciudad.
El llamado panel de la Reliquia tiene que ver sin duda con la leyenda portuguesa de san Vicente. En primer término, un hombre ataviado con amplio vestido rojo y que sería uno de los miembros del gobierno municipal de Lisboa, que junto al peregrino que aparece tras él completaría la presencia en la obra de las clases sociales, descubre respetuosamente con la mano derecha un paño de terciopelo verde mostrando lo que siempre se ha identificado como fragmento de un cráneo, el de san Vicente (de quien en la Edad Media cuatro ciudades se disputaban la reliquia de su cuerpo: Valencia, donde fue inhumado, Gaeta, Castres y Lisboa).
La presencia del cuerpo de san Vicente en Lisboa se funda en la leyenda de que estando amenazada Valencia por los árabes, unos piadosos cristianos embarcaron el cuerpo de san Vicente en un navío; éste zozobró en las costas del sur de Portugal, en el Algarve, frente a un promontorio que se conocería como cabo San Vicente. Del Algarve fue llevado en procesión a Lisboa, donde sus restos recibieron sepultura en la catedral. El féretro de madera transportado por el peregrino pudiera hacer referencia al que debió llevar el cuerpo del santo a las costas portuguesas y al que lo trasladaría hasta Lisboa.
Además de la identificación de todos y cada uno de los personajes -problemática en muchos casos- lo que puede afirmarse es que los seis paneles comentados representan al rey de Portugal con los miembros de su corte, monjes, pescadores y demás estamentos sociales venerando a san Vicente, patrón de Lisboa.