Anthony Van Dyck (Amberes, 1599 – Londres, 1641)

Anthony van Dyck  (Amberes, 1599-Londres 1641), uno de los más grandes maestros del siglo XVII,  alcanzó fama en toda Europa principalmente por sus retratos, pero también por sus escenas religiosas y mitológicas, a la vez que fue un prolífico dibujante y grabador.

Autorretrato con un girasol – Van Dyck

Vida y obra de Anthony Van Dyck

Su elegante y sensitiva representación pictórica de los burgueses flamencos, de la nobleza genovesa y de la aristocracia de la corte inglesa del rey Carlos I sentó nuevas pautas en el arte del retrato, cuya tipología había permanecido intacta durante más de doscientos cincuenta años.

En 1609, a la edad de diez años, sus padres confiaron el aprendizaje del precoz muchacho a van Balen, decano del gremio de san Lucas de su ciudad. Se supone que hacia 1615-1616 van Dyck se estableció por su cuenta.

El hecho de que se permitiera al joven artista trabajar independientemente antes de permanecer a la guilda se debe probablemente a que gozaba de la protección de Rubens, quien, como pintor de la corte de los archiduques Alberto e Isabel, podía obtener favores especiales para algunos de sus protegidos.

A finales de la segunda década de wiglo, Van Dyck no sólo era solicitado como retratista, sino también como pintor de escenas religiosas y mitológicas. Al mismo tiempo, llevaba a cabo otra gran actividad como primer ayudante de Rubens.

Retrato de Carlos I de caza rey de inglaterra obra de Van Dick
Retrato de Carlos I de caza rey de inglaterra obra de Van Dyck

Colaboró con el maestro en un gran número de encargos importantes, incluidos unos cartones para una serie de tapices. Hacia 1620 había ascendido artísticamente hasta el punto de que un admirador suyo escribió que «su obra era casi tan apreciada como la de Rubens».

En alguna fecha entre julio y noviembre de 1620, van Dyck realizó su primer  viaje a Inglaterra. No se conocen en detalle las actividades que allí desarrolló, aunque, según parece, entró al servicio de Jaime I. También realizó algunas obras para cada uno de los principales mecenas de las artes de la Inglaterra jacobina. 

Hacia finales de febrero de 1621 van Dyck regresó a Amberes, donde permaneció durante ocho meses, antes de partir hacia Italia. Justo antes de su partida, van Dyck regaló a Rubens tres grandes pinturas, incluído un retrato de la esposa de su mentor, Isabella Brant (National Gallery of Art de Washington).

Tras abandonar Amberes, van Dyck llegó a Génova el veinte de noviembre de 1621. Uno de los primeros encargos importantes que recibió fue el retrato de Agostino Pallavicini, un poderoso y ambicioso miembro de la  nobleza  genovesa (Paul Getty Museum de los Ángeles). Van Dyck lo pintó con la vestidura escarlata del cargo oficial de embajador en la Santa Sede.

Triple retrato de Carlos I obra de Van Dyck

En 1622 pasó ocho meses en Roma, donde pintó uno de sus más refinados retratos, el del  cardenal Guido Bentivoglio (Palacio Pitti, Florencia). El artista supo captar entonces la aguda inteligencia y la perceptividad del cardenal a través de una penetrante representación de las  características  faccionales del prelado.

Durante este período, van Dyck visitó también Florencia, Bolonia, Venecia, Padua, Mantua y Milán. En Venecia, van Dyck también pintó retratos, entre los cuales figura el de Lucas van Uffel (Metropolitan Museum of Art de Nueva York), un comerciante de armas flamenco que era a la vez naviero y coleccionista de arte.

A este culto personaje lo representa ante una mesa llena de objetos indicativos de sus diversos intereses, entre los cuales figuran un busto antiguo, un globo terráqueo y algunos libros.

El posante mira al espectador por encima del hombro y parece levantarse de la silla, momentáneamente interrumpido en su estudio. Su ondeante capa acentúa la sensación de inmediatez del retrato, así como sus manos extendidas expresan su intrépida y a la vez refinada naturaleza.

Sansón y Dalila – Van Dyck

Van Dyck volvió a Génova en 1622, donde estudió los imponentes retratos que Rubens había pintado allí en 1606. Adaptó uno de ellos para su representación de Elena Grimaldi (National Gallery of Art,  Washington). Permaneció en Génova hasta su vuelta a Amberes en 1627.

A partir de su regreso a Amberes, van Dyck fue productivo en extremo, fuese como retratista o como pintor de historia. Sus retratos eran solicitados por burgueses, aristócratas y miembros de la realeza,  incluida la archiduquesa Isabel de Austria, gobernadora de los Países Bajos españoles, y la reina madre Maria de Medici de Francia.

Recibió también muchos encargos de obras religiosas.  A finales de la década de 1620, van Dyck empezó a trabajar  en un gran proyecto conocido como la «Iconografía», una serie de aguafuertes y otros grabados de famosos príncipes, aristócratas y artistas, que sería finalmente publicada  después de su muerte.

El cinco de julio de 1632 van Dyck se trasladó a Londres, donde fue pronto investido con la distinción de «sir» y nombrado pintor de corte de Carlos I y su esposa Enriqueta María,  con una generosa retribución anual. Sus numerosos retratos del rey y la reina,  así como de varios miembros de la corte, han condicionado profundamente la percepción histórica del carácter aristocrático del reinado de Carlos I.

«La familia Lomellini» de Anthony Van Dick

Aparte de estos importantes retratos representativos, van Dyck pintó íntimos retratos dobles que perpetúan las relaciones personales existentes entre los modelos.

En un remarcable retrato de amistad (Museo del Prado), van Dyck se autorretrató con Endymion Porter, quien como íntimo de Carlos I, podría ser el  caballero cuidador  de los caballos representado en «Le roi a la Chasse». Van Dyck utiliza el formato oval para crear un sutil efecto visual de las relaciones ente ambos hombres y transmitir sus lazos de afecto.

Es difícil exagerar cuando se habla de la contribución de van Dyck  a la historia del retrato. Su estilo artístico y sus soluciones de composición para crear elegantes retratos dignos de la corte fue ávidamente adoptado por artistas de toda Europa.

Su legado fue particularmente grande en Inglaterra, habiéndose inspirado en sus obras algunos de los más grandes retratistas. Thomas Gainsborough (1727-1788), por ejemplo, está en deuda permanente con el arte de su predecesor flamenco.