1613-1616, óleo sobre lienzo, 113 x 183 cms, Wadsworth Atheneum de Hatrford.
Comentario de la obra «el gusto» de José de Ribera
Un hombre de robusta constitución, vestido con una camisa bastante gastada y sucia, está sentado a una mesa, saciando su apetito con una comida más bien frugal: un plato de pescado, un cucurucho de aceitunas y un pedazo de pan. Acaba de llenar de vino la copa que tiene en la mano derecha y con la otra sujeta con fuerza el cuello del frasco.
El individuo, un típico parroquiano de hostería, recibe una intensa luz de una fuente que se halla a la izquierda, creando un acentuado contraste con el fondo. Partiendo del vigoroso naturalismo caravaggesco, el artista ofrece una fiel representación de la realidad, indagando en los mínimos detalles, con un espíritu que se acerca más a la tradición flamenca que al severo y casi abstracto estilo del maestro lombardo.
No hay que olvidar que mientras vivía en Via Margutta, en Roma, el joven valenciano formó parte de la comunidad de artistas de origen nórdico, como Gerard Duffet, Valentin de Boulogne, Dick van Baburen y Hendrick Terbruggen.
Además de tenen el mismo estilo en común, todos ellos estaban especialmente interesados en el análisis de los aspectos más humildes de la vida cotidiana que se desarrollaba ante sus ojos en las calles y tabernas de Roma.
Con otros cuatro cuadros, éste formaba parte de una serie que representaba los «Cinco sentidos», pintada por Ribera para un cliente español durante los años de su estancia en Roma entre 1613 y 1616.
Como en los otros lienzos, la materia pictórica se ha aplicado en capa espesa pero lisa, y las zonas luminosas están subrayadas por toques de blanco; los elementos de naturaleza muerta se traducen con una extraordinaria calidad táctil.