1616-1618, óleo sobre lienzo, 126 x 112 cms, Musée des Beaux Arts de Estrasburgo.
Comentario de la obra «San Pedro y San Pablo» de José de Ribera
Aunque lleva la firma del valenciano, en 1938 este cuadro, que al menos desde 1681 está documentado en El Escorial, fue clasificado por Hauf como obra de Gerard Duffet, un pintor flamenco seguidor de Ribera.
Después Meyer lo atribuyó a Pietro Novelli, llamado el Monrealese, artista que había trabajado en el taller del maestro español y al cual se le asignó en el pasado la serie de los «Cinco sentidos».
Como en diversas obras suyas, también Ribera recurre aquí al uso de símbolos para caracterizar a los pereonajes: la espada de san Pablo está en el centro del cuadro y las llaves de san Pedro en la superficie de piedra junto al libro abierto, que simboliza las epístolas de san Pablo.
En la introducción de estos atributos, así como en el uso de los colores, el artista se ajusta a la iconografía tradicional: viste a san Pablo con manto rojo oscuro y túnica verde y a san Pedro con manto amarillo ocre.
El cuadro es especialmente complejo desde el punto de vista compositivo: los dos santos, en animada discusión sobre un texto bíblico, están colocados en el espacio formando una X; este esquema es ampliado por el juego de las miradas, con la de san Pedro fija en su compañero y la de éste vuelta al espectador.
En el centro del dinámico cruce de líneas hay un gran rollo de pergamino sostenido por los dos santos. La superficie de piedra con el bello fragmento de naturaleza muerta sirve a Ribera para dar profundidad a toda la composición y para invadir el espacio del observador, mientras que en el sentido opuesto establece el límite el brazo hacia atrás de san Pablo, que empuña la espada.
Los tipos humanos de los santos, el anciano y calvo san Pedro y el joven san Pablo, barbudo y de noble aspecto, se repiten en las obras juveniles de Ribera; el modo de pintar las manos, «modeladas con rigor escultórico «, es idéntico en la serie de los «Cinco sentidos».