Joven Dormida – Vermeer

Hacia 1657. Óleo sobre lienzo, 88 x 76 cm. The Metropolitan Museum of Art de Nueva York.

La muchacha dormida obra de Vermeer

Entre las pinturas de Vermeer  que pertenecieron a Jacob Diddius y salieron a subasta en 1696 figuraba una «Sirvienta borracha dormida ante una mesa»; parece casi segura su identificación con este cuadro, donado en 1913 al museo por un coleccionista particular.

No es posible definir con exactitud  el estado de la muchacha representada en el cuadro; a las diferentes interpretaciones corresponden diferentes posibles significados de la obra.

Efectivamente, la joven parece haberse dormido a causa del vino, como sugieren el jarro y el vaso que hay en primer término; en la escena se puede sobreentender, pues, un llamamiento moralizante a la templanza y a la moderación.

En la difícil reconstrucción de la cronología vermeriana, esta obra se sitúa en una hipotética línea de desarrollo que va desde «La alcahueta» de 1656 hasta la «Mujer leyendo una  carta junto a la  ventana». 

En común con ambas obras,  la «Joven dormida» tiene ante todo el recurso compositivo del tapete oriental, que define el primer plano. La dificultad para establecer las relaciones espaciales es evidente en la incierta perspectiva de la silla y la mesa e integra este cuadro entre las producciones juveniles de Vermeer. 

En esta obra los protagonistas no son los personajes (sólo aparece la muchacha dormida), sino los objetos, el espacio y la luz.

Y al respecto se plantea una cuestión que será recurrente en toda la obra posterior de Vermeer: ¿Vermeer pinta sólo la apariencia de la realidad, o va más allá? ¿En la «Joven dormida» pinta sólo una joven descansando después de una dura jornada de trabajo o por el contrario, como se ha dicho a veces, se trata de un emblema del vicio y en lugar de una joven descansando lo que estamos viendo es una muchacha que ha saciado su hambre con manjares y su sed con vino? Posiblemente, en el siglo XVII,  aún retratando retazos de realidad, la pintura iba más allá de ésta, adentrándose en universos simbólicos a los que nos podemos aproximar, aunque no siempre alcanzando su verdadero significado.