Vasari (1511-1574), intendente de Bellas Artes e ideólogo del reinado de los Médicis, fue también el artífice de la importancia política y cultural de Florencia. Su obra plasma el genio toscano para la posteridad.
Biografía de Giorgio Vasari
Giorgio Vasari nació en Arezzo, procedente de una familia de artesanos (su apellido significa «alfareros» en italiano). Su ascenso, marcado por la búsqueda constante de protectores influyentes, alcanzó su apogeo cuando fue designado colaborador del gran duque Cosme I de Medicis.
Vasari realizó sus primeros trabajos en Roma, donde pintó el ciclo del palacio de la Cancillería en 1546. Posteriormente, trabajó en la Sala Reggia del Vaticano y también pasó por Venecia, Nápoles y Pisa, donde construyó el Palazzo dei Cavalieri en 1558. No obstante, fue en Florencia donde su actividad se tornó decisiva.
El duque Cosme I de Medicis, que había emprendido en 1553 la consolidación del estado toscano tras un período republicano, deseaba convertir la vida artística florentina en la embajadora de su política. La comprensión mutua entre ambos hombres fue determinante.
Giorgio Vasari, como artista de la corte, estaba ávido de honores y para obtenerlos usaba todas sus capacidades, con lo que lograba seducir a los poderosos.
Como director de Bellas Artes del reino de los Médicis, Vasari se sumó al boato de la corte. Así, en 1564 organizó los funerales de Miguel Ángel, y en 1565 realizó los decorados para la boda de Francisco de Médicis y Juana de Austria.
En 1560, emprendió la construcción del palacio de los Ufizzi, destinado a reemplazar el Palazzo Vecchio como centro del poder del gran ducado y a resaltar el renacimiento político de Florencia.
Las «Vidas»: entre mito y realidad. Cuando Giorgio Vasari público en 1550 la primera edición de :»Vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores desde Cimabue hasta nuestra época » (a partir de ahora, las «Vite»), no existía precedente de tales obras.
Revisada por su autor en 1562 y 1568 , el libro ha constituido una fuente importante de conocimientos acerca del arte italiano, desde el siglo XIII hasta el apogeo del Renacimiento.
Con alrededor de doscientas entradas, esta obra proporciona una visión exhaustiva y documentada de quienes, durante tres siglos, moldearon el arte italiano.
El orden cronológico de las entradas se fundamenta en la idea de una progresión constante del arte, que culmina, en la edición de 1550, con la aparición de Miguel Ángel, el genial e insuperable artista florentino.
Posteriormente, reprocharon a Giorgio Vasari su prejuicio y su tendencia a favorecer el arte toscano, así como las distorsiones y la abundancia de anécdotas, con relativa significación, que tendían a erigir en mito algunas de estas vidas.
No conviene olvidarse de que esta obra, incluso vista desde una perspectiva histórica, fue el fruto de un período en el cual la Toscana reivindicaba la supremacía cultural sobre sus rivales y que, en su conjunto, intentaba demostrar la existencia del genio más que construir un registro de hechos concretos.