1476-1477. Pintura sobre tabla. 45 x 34,5 cm. Galería regional de Sicilia, Palermo.
Una de las últimas obras realizadas por Antonello, probablemente hacia 1476-1477 tras su regreso a Messina, es la Virgen de la Anunciación de la Galería regional de Sicilia, en Palermo, en la que el pintor plasma una belleza que seguramente es la de una joven siciliana, pero convierte la hermosura, que se adivina efímera en la joven, en eterna en la Madre de Dios.
Representada de medio cuerpo, su rostro tan rotundamente oval, con esquivos e intensos ojos azules, recuerda los rostros perfectos e ideales pintados por Piero della Francesca; el manto azul es pura geometría, como lo son el atril y la mesa reclinatoria, deudora, sin duda, de la del san Jerónimo en su estudio de la National Gallery de Londres.
Hay un detalle del cuadro que vale la pena tener en cuenta: la sencillez con la que está representada la Virgen, sin telas de seda con hilos de plata y oro, o sobre fondo dorado y lujoso. Es una Virgen humilde, y su mano derecha, pintada en escorzo, es una de las más hermosas que se hayan podido ver en pintura.
La mano izquierda que surge del volumen del velo azul cierra sus bordes, en un gesto típico de campesina, y por otro lado la mano derecha parece detenernos como invitándonos a no acercarnos demasiado.
Su magnético rostro no es el de una manifestación hierática divina, sino todo lo contrario, el óvalo perfecto de su cara que se cubre con el velo hasta la mitad de su frente sugiere una femineidad humana de impactante belleza meridional.