Expresionismo abstracto, óleo sobre lienzo, 128 x 110 cms, Colección Privada. «Se podría decir que Rothko y sus amigos representaban el sector teológico del expresionismo abstracto «, decía Harold Rosenberg en 1972, a los dos años de la muerte del pintor (1903, Dvinsk -Rusia- / 1970, NuevaYork).
Comentario de la obra sin título de Mark Rothko
«Junto a Still, Newman, Reindhart y Gottlieb (todos estos nombres se traducen súbitamente en personajes de un misterio), Rothko trató de acceder a un signo definitivo». Mark Rothko expuso su actitud religiosa en numerosos textos.
En una declaración de 1945, con ocasión de su participación en la exposición colectiva «Una profecía pictórica» , insistió en su convicción de que, además de la realidad cotidiana, había un mundo en la conciencia del hombre y uno situado fuera de ella creado por Dios.
Dadas las presiones políticas y sociales ejercidas sobre los judíos rusos, Marcus Rothkowitz, que en 1940 redujo su nombre a Mark Rothko, había emigrado en 1913 con su familia a Estados Unidos.
En 1923 se trasladó de Portland (Oregón) a Nueva York, donde cursó estudios de arte. En las décadas de 1920 y 1930 trabajó con un estilo figurativo que en cierto sentido evocaba la «pittura metafisica» italiana.
Entre sus motivos urbanos de los años treinta aparecen con frecuencia escenas callejeras y del metro, que reflejan la soledad de la existencia en las grandes ciudades. Influido por el surrealismo en la primera mitad de los años cuarenta, Rothko abordó fundamentalmente motivos mitológicos.
Hacia 1946 empezó a dejar de lado esta impronta y a desarrollar un lenguaje formal abstracto propio, consistente en campos de color en parte transparentes o evanescentes, que, como este «Sin título» de 1948, parecían suspendidos en un espacio plástico atmosférico.
Los cuadros de gran formato de entre 1946 y 1949, que para Rothko representan una transición a su manera de pintar posterior, suelen calificarse de «Multiforms» («Multiformas»), expresión no acuñada por él.
Para el artista, sus obras eran algo vivo situado frente al espectador, cuya ignorancia podría dañarlas. Así, refiriéndose a las formas de sus cuadros escribía en 1947 en «The Romantics Were Prompted»: «Son elementos únicos de una situación única.
Son organismos con voluntad y con pasión por la autoafirmación. Se mueven con libertad interior y sin necesidad de adaptarse a nuestras experiencias cotidianas ni de quebrantarlas. No se asocian directamente con ninguna experiencia particular visible, pero en ellos se reflejan el principio y la pasión de los organismos».
La historiadora del arte Eliza E. Rathbone subrayaba acertadamente que la obra de Rothko tenía un «aire de autorretrato», lo cual hacía más plausible su afán por controlar al máximo la recepción de sus cuadros.
En una carta datada en marzo de 1948 y dirigida a Betty Parsosn, su galerista durante varios años, escribía Rothko que sus cuadros no tenían por qué estar al alcance de todos los visitantes, sino sólo de quienes comprendiesen su valor.
Sobre todo, nadie debería estar autorizado a escribir sobre ellos. Eran exigencias de difícil cumplimiento dado el éxito creciente obtenido por Rothko desde mediados de los años cincuenta, en parte debido a su nueva galerista Sidney Janis.