1628, óleo sobre lienzo, 156 x 188 cms, Ermitage de San Petersburgo.
Comentario de la obra «San Sebastián curado por Santa Irene» de Ribera
La fuente que da noticias de san Sebastián es la «Passio Sancti Sebastiani», una especie de novela histórica escrita por un autor latino a mediados del siglo V.
Cuenta que después de ser sometido al suplicio de las flechas, por la noche Sebastián fue socorrido por algunos cristianos que querían darle cristiana sepultura.
Entre ellos estaba la matrona Irene, viuda del mártir Cástulo, quien, dándose cuenta de que el santo estaba aún milagrosamente vivo, lo acogió en su palacio del Palatino y le curó las heridas.
Recobrada la salud, en vez de aceptar la invitación de los cristianos a abandonar Roma para salvar su vida, decidió declarar públicamente su fe en Cristo ante dos emperadores mientras hacían sacrificios en el templo de Hércules. Por orden de Diocleciano fue flagelado hasta morir en el hipódromo del Palatino y su cuerpo fue arrojado a una cloaca.
En el cuadro Ribera muestra al santo tendido en el suelo, con una muñeca todavía atada al árbol y la cabeza echada hacia atrás. Ilumina su lívido cuerpo una fuerte luz que lo hace destacar de la oscuridad del fondo.
Emergen de las sombras las figuras de Irene y su sirvienta; la matrona le saca una flecha del pecho y se vuelve a la otra mujer, mirando el frasco que contiene el ungüento para curar la herida.
El valenciano había tratado el mismo tema siete años atrás , en un lienzo conservado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. En los dos, la figura de san Sebastián es muy similar, con la única diferencia de la postura de la parte superior del busto, pero la escena se organiza de manera diferente.
En la de Bilbao, Irene extrae una flecha del costado derecho del santo y su criada, que aparece a la izquierda, lleva el frasco con el ungüento y un paño blanco y mira hacia el espectador.