Obra de Vouet, pintura sobre tela, 300 x 260 cms («Los apóstoles en la tumba de la Virgen») y 165 x 234 cms («Asunción de la Virgen»). Iglesia de Saint Nicolás des Champs, París.
De vuelta a Francia, la primera obra que Vouet mostró en un lugar público de París fue la «Asunción» del retablo de la iglesia de Saint Nicolas des Champs, que el pintor firma y data en 1629.
Frente al barroquismo exuberante de la decoración de la Capilla Alaleone, el retablo de Saint Nicolas des Champs, que cierra el presbiterio de la iglesia, se alza haciendo gala de una absoluta racionalidad arquitectónica: un cuerpo principal de tres calles separadas por columnas sobre altos plintos -en la parte baja las calles laterales están abiertas por puertas- aparece coronado por un recio entablamento sobre el que se alza un coronamiento central a la manera de templete con frontón triangular, coronamiento en el que cuatro ángeles, dos en los extremos del retablo y dos sobre el frontón, adoran el nombre de Cristo que centra el frontón.
De todos los grandes retablos arquitectónicos parisinos, el de la iglesia de Saint Nicolas des Champs es el único que se conserva en su lugar y en su estado original sin haber sufrido los embates jacobinos de la Revolución francesa.
Vouet pintó dos lienzos, el del altar y el del coronamiento que configuran un sólo tema: el de la Asunción de la Virgen. En el cuadro del altar se representa a los apóstoles ante el sepulcro vacío de María y, en lo alto, una gloria de ángeles.
En el lienzo superior, la Virgen sobre nubes alzada por ángeles, dos de los cuales portan la corona y la palma. Sin duda, la división de la Asunción y los formatos de los correspondientes lienzos -alargado el de los apóstoles, cuando el tema lo exigía apaisado, y a la inversa el de la Gloria- obligó a Vouet a una composición forzada y a unas variaciones dimensionales, de perspectiva, de color y de iluminación que hacen algo incongruente el conjunto.
Con todo, en esta obra Vouet parece haber abandonado el caravaggianismo tan intenso que se advierte en su etapa italiana y haber iniciado una manera propia de iluminación, más matizada y de teatralidad más contenida, en la que se acerca más a Tiziano, a los Carracci y a Guido Reni, que a Caravaggio.
Es la manera que inicia el período francés del pintor y que, poco a poco, pierda esta rigidez para alcanzar su absoluta plenitud algunos años después.