Blast I 1957, de Adolph Gottlieb

Expresionismo Abstracto. Óleo sobre Lienzo. 228 x 114 cms. MOMA.

Blast I 1957, de Adolph Gottlieb

Cuando Edward Alden Jewell, crítico del «New York Times «, expuso en una reseña su perplejidad ante los cuadros de Adolph Gottlieb  y Mark Rothko,  los dos pintores y Barnett Newman  le respondieron en una carta al director.

El texto, publicado en el «New York Times » el 13 de junio de 1943, está considerado actualmente como una especie de manifiesto de la pintura estadounidense de los años cuarenta.

En el mismo los autores exponen las siguientes convicciones estéticas:

«1.Para nosotros el arte es una aventura hacia un mundo desconocido que sólo pueden explorar los que están dispuestos a afrontar riesgos.

/2. Este mundo de la imaginación está al margen de todo compromiso y se opone violentamente al sentido común.

/3. Nuestra tarea como artistas consiste en que el espectador vea el mundo a través de nuestros ojos, no de los suyos.

/4. Preferimos la expresión sencilla del pensamiento complejo. Estamos a favor de la forma grande porque tiene la forma de lo inequívoco. Queremos reafirmar el plano en la pintura. Preferimos las formas planas porque acaban con la ilusión  y desvelan la verdad.

/5. Entre los pintores está muy extendida la idea de que no importa tanto lo que se pinta, sino que esté bien pintado. Esto es academicismo en estado puro. No existe una buena pintura sobre nada.

Insistimos en que el tema es fundamental y que sólo son válidos los temas trágicos e intemporales. Por esta razón proclamamos nuestra afinidad espiritual con el arte primitivo y arcaico».

En los años veinte, Gottlieb estudió en la Art Students League y en la Parsons School of Design de Nueva York  y también en la Académie de la Grande Chaumière de París; en la misma década viajó por Alemania y Francia.

Sus contactos con los surrealistas reafirmaron su idea de que el arte puede ser  expresión del subconsciente y acentuaron su interés por los motivos arquetípicos.

Con esta base, Gottlieb comenzó a desarrollar en 1941 la primera de sus extensas series: «Pictographs», que recurren a un lenguaje plástico arcaico o primitivo  -como, por ejemplo, los símbolos gráficos de los indios americanos- para incorporarlo a composiciones enrejadas, inspiradas tanto en los esquemas plásticos narrativos del primer Renacimiento italiano como en la «pittura metafisica » de Giorgio de Chirico.

Con su extensa serie «Bursts», Gottlieb abrió una nueva vía en su pintura hacia 1956/1957 a través de una acusada simplificación de los motivos.

Dos formas dispuestas en vertical -por lo general redonda y de perfiles precisos la superior, más bien caótica y eruptiva la inferior- se enfrentan sobre un fondo atmosférico espacialmente impreciso.

La constelación de formas admite múltiples interpretaciones, que van desde las representaciones abstractas del paisaje hasta los símbolos de fuerzas opuestas. Es muy significativo que Gottlieb asignase títulos diferentes  a los cuadros de la serie «Bursts», como «Blast I, 1957» («Ráfaga I, 1957»), «The Crest» («La cima», 1959), «Counterpoise» («Contrapeso», 1959) o «Bullet» («Bala», 1971), sugiriendo constantemente nuevas lecturas del motivo.

Gottlieb trasladó el motivo de «Bursts » a una serie de esculturas que constituyen una de las pocas aportaciones del expresionismo abstracto a este medio.