En la Inglaterra del siglo XVIII, la figura de William Hogarth no supuso, como en ocasiones se ha dicho, el nacimiento de una escuela de pintura, en tanto en cuanto ello implicaría negar la existencia de otros pintores que con anterioridad a él sirvan de ejemplo Nicholas Hilliard (1547-1619) o William Dobson (1610-1646) habían trabajado para la corte de su país satisfaciendo con éxito los encargos que recibían, en rivalidad, eso sí, con los pintores flamencos, alemanes o italianos que trabajaban en Londres.
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William Hogarth personificó el nacimiento de un nuevo tipo de pintor, un pintor orgulloso de pertenecer a un lugar, Inglaterra y, particularmente, Londres, a pesar de criticar a veces con ironía, a veces con sarcasmo y otras cruelmente, la sociedad en la que le tocó vivir.
Los primeros años de William Hogarth. Sus inicios como grabador.
William Hogarth nació en Londres el 15 de noviembre de 1697, hijo de Anne Gibbons y de Richard Hogarth, un estudioso y traductor de lenguas clásicas, maestro de escuela, autor de libros de texto y, también, propietario de un café, el Café Hogarth (en Londres), en el que se organizaban tertulias literarias.
Las deudas contraídas en este negocio, que no pudo satisfacer con lo que recibía de los otros empleos, llevaron a Richard Hogarth a la prisión de deudores de Fleet Street, en la que estuvo viviendo acompañado de toda su familia (1708- 1712) en una estancia situada en el propio establecimiento penitenciario.
En 1712, gracias a una Acta del Parlamento que indultó a quienes tuvieran deudas inferiores a 50 libras, los Hogarth quedaron en libertad.
La precaria situación económica familiar no daba para mucho, y cuando todavía era un adolescente, en 1713 o 1714, William Hogarth entró a trabajar como aprendiz en el taller de Ellis Gamble, un grabador de escudos de armas en plata.
Como era habitual en la época, el maestro proporcionaba techo y comida pero no salario, Aunque interesado por la técnica del grabado, con el paso del tiempo Hogarth empezó a sentir un profundo hastío por un trabajo tan repetitivo y mecánico como el que realizaba y, en 1720, abandonó el taller de Gamble.
En ese mismo año empezó su actividad como grabador profesional independiente en Long Lane y se matriculó en una academia de arte regentada por John van der Bank y Louis Cheron en St. Martin’s Lane.
Al cerrar, en 1724, la St. Martin’s Academy acudió a la academia, situada en Covent Garden, del que llegaría a ser su suegro, el prestigioso y afamado pintor de temas históricos James Thornhill (1675-1734).
Durante la década de los veinte, Hogarth se dedicó principalmente al arte del grabado, ilustrando novelas y tarjetas comerciales.
Si bien la calidad de esos trabajos iniciales es muy desigual, en ellos pueden ya hallarse algunas de las características que le serán propias a lo largo de su carrera, como es su capacidad de acercarse con talante mordaz a los aconteceres de la vida contemporánea.
Uno de los primeros grabados satíricos de pintor es el Escándalo de los Mares del Sur (1721) en el que Hogarth da critica cuenta de la especulación (gran subida de las acciones y hundimiento inmediato de éstas con la consecuente ruina de numerosos accionistas) generada entorno a la Compañía de los Mares del Sur que comerciaba con Sudamérica.
Tres años después publicó el Mal gusto de la ciudad o Mascaradas y óperas, ridiculizando la vida cultural y artística del Londres del momento y, en particular, a los defensores del neopalladianismo y de la ópera italiana.
La vida cultural londinense en la que creció Hogarth estaba efectivamente dominada por una aristocracia partidaria de la estética clasicista, que trataba de imponer el gusto de la arquitectura palladiana encabezado por el arquitecto y pintor William Kent.
A éste, el influyente arquitecto Richard Boyle, más conocido como lord Burlington (1693-1755), le había encargado la decoración del Palacio de Kensington, alejando así a Thornhill y a los de más tardobarrocos del primer plano de la vida artística.
Este episodio supuso el triunfo de los neopalladianos y la consiguiente implantación de los modelos extranjeros. Y fue precisamente este aspecto, la preferencia de los modelos foráneos a la tradición inglesa, lo que motivó la critica de Hogarth, iniciando con ello la defensa de los valores nacionales que siempre estará presente en sus cuadros y grabados.
Defender un arte nació que realizado por artistas ingleses y destinado a la sociedad inglesa, y atacar a aquellos coleccionistas que compraban cuadros, esculturas u objetos de artistas extranjeros antes que obras artistas locales fueron dos de las máximas por las que Hogarth siempre luchó.
Las primeras pinturas de William Hogarth
Tras iniciarse como grabador e ilustrador de libros, en 1728, el ambicioso, juzgador moralista Hogarth empezó a cultivar la pinturan la voluntad de reflejar los mismos temas que animaban la producción literaria y las representaciones teatrales del momento.
Como hacían los escritores de la época, con intención didáctica y divulgadora, quería sacar a la luz el estado de la sociedad inglesa y denunciar los vicios que la corrompían, desde la prostitución, el alcoholismo y las estafas hasta la crueldad de sus gentes.
Si en los tratados artísticos que proliferaban en la Inglaterra dieciochesca se alentaba a los artistas para que se inspirasen en los modelos de la Antigüedad, Hogarth tomó las comedias teatrales que se representaban en Londres e incluso las composiciones escénicas de éstas como modelos de sus primeras pinturas.
Si en el escenario los actores encarnan los tipos creados por su autor, los personajes de Hogarth transmiten las ideas del pintor.
El lienzo y en su caso el papeles el medio que permitió a Hogarth plasmar en una superficie aquello que en un teatro ocurre en el espacio.
En esta línea creativa ha de situarse su primer cuadro fechado, el Sermón a fieles dormidos o la Congregación dormida (1728, Institute of Arts, Minneapolis), obra poco cuidada pictóricamente que seguramente encierra una crítica a la Iglesia anglicana, aunque también pudiera ilustrar los sermones sobre filosofía experimental que el predicador J. Th.
Desaguliers pronunciaba en la iglesia de Cannon Row. Algo posteriores son sus primeras escenas teatrales, entre ellas la de la comedia de John Gay La ópera del mendigo (6 versiones, la última de ellas de c. 1731, Tate Gallery, Londres).
En sus primeros años de pintor, Hogarth realizó también «conversation pieces», piezas o escenas de conversación en pequeño formato que le proporcionaron un éxito rápido en los círculos ilustrados de la aristocracia londinense.
En este tipo de retrato colectivo introducido en Inglaterra por Watteau durante su estancia en Londres y posteriormente desarrollado por Reynolds y Gainsborough, entre otros…
Hogarth pudo desarrollar su capacidad para explorar el comportamiento humano, tal como se advierte en la Familia Woodes Rogers (1729, National Maritime Museum, Greenwich), en la Boda de Stephen Beckingham y Mary Cox (1729, Metropolitan Museum, Nueva York) o en la Familia Wollaston (1730, Wollaston Collection, Londres).
En marzo de 1729, William Hogarth contrajo matrimonio con Jane Thornhill, hija del pintor James Thornhill, sin contar con la aprobación de éste. Al poco tiempo, sin embargo, se produjo la reconciliación y la joven pareja se trasladó a vivir a la casa que los Thornhill poseían en Great Square, en el Covent Garden londinense.
El motivo de la reconciliación no fue otro, al parecer, que James Thornhill reconoció el talento de su yerno al contemplar los cuadros que constituían la serie de la Carrera de la prostituta.
Según una declaración del propio Hogarth recogida por J. B. Nichols, al contemplar los lienzos de la serie, Thornhill exclamó: «El hombre capaz de hacer composiciones como ésta también puede mantener a una mujer sin dote.»