1637, óleo sobre lienzo, 264 x 170 cms, Cartuja de san Martín, Nápoles.
Comentario de la obra «Piedad» de José de Ribera
Fue encargada en 1637 ppr Giovan Battista Pisante, prior de la Cartuja de san Martín, y por él se pagaron ese mismo año cuatrocientos escudos. Originariamente se instaló en el altar de la sacristía; a finales del siglo se trasladó a la Capilla del Tesoro.
Como había hecho en otras ocasiones y para otros temas, Ribera reelaboró un esquema compositivo empleado con anterioridad: reutilizó, desarrollándola en vertical, la solución ideada para un cuadro de 1633, entonces en casa del marqués de Heredia y actualmente en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
El cuerpo de Cristo, colocado sobre un paño blanco, es sostenido por san Juan Evangelista, que tiene en sus brazos la parte alta del busto, mientras que María Magdalena se inclina para besarle los pies.
La Virgen ocupa el centro de la composición, envuelta en un manto azul oscuro, con las manos juntas, una expresión de dolor en el rostro y la mirada dirigida al cielo. A la derecha, en segundo plano, sale de la penumbra la figura de José de Arimatea.
El vigoroso naturalismo de las primeras obras cede ahora a un talante más sereno: al artista le interesa sobre todo la representación de los afectos.
Después de describir con detalle el asunto, Bernardo de Dominici, en la «Vita» dedicada al pintor, dice que la obra está «pintada en los tonos más cálidos que pueda imaginar un noble y erudito maestro, muy distintos de los habitualmente utilizados por Ribera, pero el empaste es el suyo acostumbrado y maravilloso: noble, tierno, delicado, sobre todo en el cuerpo de Cristo, y en los más tiernos angelitos, que no pintados, sino de delicadísimas carnes verdaderas parecen hechos».