Onement I, de Barnett Newman

En un artículo sobre Rufino Tamayoy Adolph Gottlieb de abril de 1945, Barnett Newman (Nueva York,  1905-1970) escribió lo siguiente: «El hombre es un ser trágico y el centro de la tragedia es el problema metafísico de la parte y el todo.

Onement I, obra de Barnett Newman
Onement I, de Barnett Newman

Comentario de la obra «Onement I» de Barnett Newman

Esa dicotomía de nuestra naturaleza, que somos incapaces de eludir  y que por sus porpias características  nos impele a tratar de resolverla en vano, determina nuestra lucha por la perfección y sella nuestro fatal destino. Este conflicto es nuestra mayor tragedia…».

Hasta muy entrados los años cincuenta, en el ambiente artístico neoyorkino muchos contemporáneos conocían a Newman como comisario y escritor, por lo general polémico. Así, en 1944 y 1946 organizó exposiciones de escultura precolombina y de pintura india para la Galería Betty Parsons.

Tales proyectos y sus primeros escritos reflejaban el interés de Newman por el «arte primitivo» -sus propias obras constituirían un equivalente contemporáneo del mismo- como expresión de la búsqueda humana del saber metafísico.

El pintor dató «Onement I» («Unidad I») el veinte de enero de 1948, día en que cumplía cuarenta y tres años. Una banda estrecha de color rojo anaranjado y contornos irregulares hecha con cinta adhesiva sobrepintada atraviesa verticalmente el centro de una tela rectangular cubierta de un color pardo rojizo parcialmente  transparente.

La banda vertical, que Newman calificó de «zip» (cierre de cremallera) y que divide el cuadro en dos mitades al tiempo que las une como una cremallera, constituye para el pintor «un campo que lleva la vida a otros campos, lo mismo que éstos la llevan a esta presunta línea».

Los primeros «zips» aparecieron ya en 1946 en varias obras como «Moment» o «Genesis-The Break». No obstante, «Onement I » representa un punto de inflexión decisivo en la evolución creadora de Newman. 

En una entrevista de 1965, el pintor calificaba esta obra como un nuevo comienzo de su existencia: «Comprendí que había hecho una declaración que me afectaba y que, en mi opinión, señalaba el comienzo de mi existencia actual, porque desde entonces hube de renunciar a cualquier relación con la naturaleza vista».

En realidad Newman señalaba que, desde su punto de vista, «Onement I » tenía una existencia independiente, una «vida propia».

La importancia de ese descubrimiento plástico se infiere, entre otros, del hecho de que «Onement I » sucedió un año de trabajo de una actividad fuera de lo común, en el que pintó diecisiete obras más.

En «Onement III» (1949) Newman utilizó el mismo principio compositivo que en «Onement I «, aunque amplió las dimensiones del cuadro a 182 x 85 cms, de modo que el espectador lo percibiría más acusadamente como una realidad física situada enfrente.

Por todo ello «Onement I » y el hallazgo del «zip» constituyen la expresión pictórica del «problema metafísico de la parte y el todo» ya enunciado por Newman en 1945.

En realidad, contemplando las composiciones de Newman desde la cercanía más inmediata -exigida por el pintor en 1951 con ocasión de su segunda exposición individual en la Galería Betty Parsons- el hombre está «aislado, solo y solitario, aunque pertenece a algo, es parte de otra cosa».